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Solventia, Coca-Cola y Lizarran impulsan un bar-escuela

Una lanzadera para la inserción laboral

Solventia fue el que diseñó el proyecto y el operador Coca-Cola participa a través de su programa Gira Lizarran se hace cargo de la parte formativa

Un grupo de alumnos del bar-escuela de Lizarran en Madrid, en el ajetreo diario de la cocina.
Un grupo de alumnos del bar-escuela de Lizarran en Madrid, en el ajetreo diario de la cocina.
Rafael Durán Fernández

Joel Montero tiene 20 años y trabaja de camarero en un bar de la cadena Lizarran en Madrid. Es uno de los beneficiarios de un innovador programa de inserción laboral de jóvenes entre 18 y 25 años en riesgo de exclusión social, Hoy por Ti, Mañana por Mí, de la Fundación Solventia, Lizarran y Coca-Cola. El programa cumple ahora tres años y en este tiempo, cerca de 300 alumnos han recibido 114.000 horas de formación en hostelería y restauración, con notable éxito: el 80% de estos alumnos, como Joel, disfrutan hoy de un contrato de trabajo como cocineros o camareros.

"Hoy por Ti, Mañana por Mí" es un proyecto piloto de reinserción laboral, dentro del sector de la hostelería, encaminado a ofrecer oportunidades a jóvenes en situación de pobreza y exclusión social, facilitándoles una profesión y un digno medio de vida. Para este fin, el 3 de junio de 2013, el establecimiento de la marca Lizarran en la calle Conde de Peñalver, 35, en Madrid, se habilitó como bar-escuela. En 2015, tras los resultados demostrados, se trasladó la escuela al principal establecimiento de Lizarran, donde se encuentra la sede de la enseña, en la calle Padre Damián, 42, también en Madrid.

Profesores

Entre el profesorado que forma a los beneficiarios existen docentes que son antiguos alumnos de la escuela. Es el caso de Joel Montero. “Soy encargado de sala y formador. Formo a los chicos que entran como yo entré en su día, para que no se desanimen, porque hay gente que lo quiere dejar enseguida. Les enseño desde tirar una caña a cómo comportarse en la sala o cómo atender a un cliente. Solo hace falta un poquito de apoyo y constancia, y tiene su recompensa”, destaca Joel.

“Solventia fue el que diseñó el proyecto y el operador; Coca-Cola, a través del proyecto Gira, es el patrocinador de todo el coste operativo del proyecto social, y Lizarran se hace cargo de la parte formativa, con nosotros supervisando”, explica Javier Iturralde, director de la Fundación Solventia.

Los beneficiarios del programa provienen de asociaciones como Semilla, Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid, Cruz Roja, Opción 3, Tomillo y Norte Joven. Estas organizaciones hacen una primera selección de los jóvenes, que luego pasan una entrevista a cargo de la Fundación Solventia. Al incorporarse al bar-escuela, a los jóvenes se les provee de uniformes y abono transporte, y se les da una comida por turno trabajado. “Además, se les da un trato especial dependiendo de cada caso si la situación lo requiere, porque hay chicos que literalmente están en la calle, con ayudas para comida, alojamiento o directamente dinero, lo que sea. Esto lo patrocina el programa Gira de Coca-Cola”, señala Iturralde.

El bar-escuela proporciona la formación suficiente para que los alumnos sean contratados en las franquicias del grupo Lizarran de la Comunidad de Madrid (de momento, su único ámbito de actuación), incorporándolos a sus plantillas con un contrato y generando así nuevas plazas vacantes. La rotación en el bar-escuela es constante. Entran 10 al mes y salen 10 al mes. Como están tres meses de prácticas, puede llegar a haber 30 a la vez. Aunque estas cifras no son tan exactas muchas veces, porque siempre hay bajas, explica el director de Solventia. La formación en la escuela divide su actividad en tres etapas: fase 0, periodo de tres meses de prácticas con apoyo; fase I, formación remunerada o máster, y fase II, inserción laboral.

“El bar-escuela es un programa destinado a superar el miedo, principalmente. Con nosotros están en un entorno en el que para empezar son casi todos chicos como ellos. Entre ellos hay un lenguaje especial, una empatía mayor. El miedo desaparece”, explica Iturralde.

El proyecto todavía se está perfeccionando, reconoce Iturralde, que asegura que ha cambiado mucho con respecto al que se empezó. “De las seis contrataciones del primer año hemos pasado a las 153 del año pasado”, asegura el director de Solventia, que apunta una teoría sobre el fracaso del empleo juvenil: “El modelo de aprendiz que ha habido toda la vida ha desaparecido en España. Cuando entran a trabajar esperan que estos chicos rindan como un profesional a los 10 días. A nadie le cabe en la cabeza. Le meten en la cocina, lo dejan a cargo de una partida a prepararlo todo y no llegan”, se queja.

El modelo inicial ha derivado hacia un modelo mixto de profesionales y alumnos, donde estos se forman junto a los que han decidido abrir una franquicia de Lizarran antes de establecerse como franquiciados. “Cuando estos franquiciados se van del bar-escuela a abrir sus locales, llaman a estos aprendices que han trabajado con ellos”, remarca Iturralde.

La enseñanza que se imparte no está reglada, no tiene una homologación oficial, y no porque no se haya intentado. “Se exigen una serie de requisitos formales que nos es imposible cumplir: nos piden que tengamos 36 fogones, sala de profesores, cosas así que es imposible tener. Es una lástima”, lamenta.

Seguir formándose es el sueño de Joel de cara a tener estudios superiores en hostelería, aunque reconoce que actualmente el trabajo concentra todo su tiempo. “Es duro, pero no cambiaría esta experiencia por nada del mundo”, asegura.

Sobre la firma

Rafael Durán Fernández
Lleva más de una década a cargo de los temas de sostenibilidad en la sección de Buen Gobierno, tarea que compagina con la edición de CincoDías. Aterrizó en el periódico en el año 2000 y pasó una temporada en la sección de Opinión. Antes, en El Siglo de Europa y El Nuevo Lunes. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

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