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Presentará resultados de su primera molécula la semana próxima

Oryzon avanzará con sus fondos propios contra el alzhéimer

La empresa catalana, cotizada en el mercado continuo, buscar liderar la I+D hasta fases avanzadas de los ensayos con humanos de su segundo fármaco

La empresa catalana Oryzon Genomics, cotizada en el mercado continuo, avanza hasta fase clínica (ensayos con humanos) su segundo fármaco, en este caso en la lucha contra el alzhéimer. Es un hito para una pequeña biofarmacúetica española, pero además, este compañía se propone avanzar con sus propios recursos en el desarrollo de ese medicamento, sin vender esa licencia a ninguna otra multinacional como ya hizo con su primera terapia, cedida a Roche.

Oryzon anunció la pasada semana el inicio del ensayo clínico en fase I en España (con voluntarios sanos) de su molécula denominada ORY-2001, para comprobar la seguridad de la terapia para el alzhéimer. Esta patología, afecta a alrededor de 30 millones de personas en el mundo y es una de las enfermedades neurodegenerativas más graves y que actualmente no dispone de cura. Esta primera etapa de pruebas está todavía muy lejos de demostrar la viabilidad y de llegar a los pacientes. Normalmente, la investigación de estos fármacos puede llevar alrededor de una década.

Como novedad, la empresa catalana, presidida por el investigador Carlos Buesa, pretende avanzar en los ensayos clínicos con sus propios recursos. Eso significa un alto coste financiero, de al menos 10 a 15 millones de euros, para alcanzar la segunda fase de estas pruebas con pacientes. Pero ese avance con su financiación propia hace que la compañía también puede valer mucho más.

En Bolsa desde diciembre

Oryzon Genomics es la única compañía 100% española de biotecnología que cotiza en el mercado contínuo. Su negocio se basa en investigar y desarrollar fármacos para licenciarlo a otras grandes multinacionales, así que sus ingresos anuales son arrítmicos, según los hitos conseguidos.

Debutó el pasado diciembre, a un precio de 3,39 euros. Desde entonces, como el resto de las cotizadas, ha ido sufriendo la desconfianza de los inversores en la economía mundial. Ayer cerró a 2,92 euros por título. A medio plazo, esta compañía tiene previsto salir a cotizar al Nasdaq en EE UU.

Los accionistas mayoritarios son los científicos Carlos Buesa y Tamara Maes, con un 13,1% del capital respectivamente (y que tienen un compromiso de no vender esas acciones hasta diciembre de 2017), y el fondo de capital riesgo Najeti con un 24,65%.

“Hay que entender el modelo de negocio de Oryzon. Nosotros no tenemos capacidad financiera actualmente para llevar un fármaco desde la investigación hasta el mercado final. Buscamos socios, en alguna parte de esas etapas entre las grandes multinacionales farmacéuticas”, explica Buesa.

En el caso del primer fármaco de Oryzon, el ORY-1001, destinado al tratamiento de enfermedades oncológicas y hematológicas, se decidió vender ese derecho a la multinacional suiza Roche, a cambio de 21 millones de dólares. El acuerdo recogía, que posteriormente, según se vayan avanzando en hitos de desarrollo clínico y comerciales en la I+D de este medicamento, los pagos a la firma catalana podrían exceder “largamente” los 500 millones de dólares, según se informó em 2014.

Precisamente, ayer Roche y Oryzon anunciaron que presentarán datos sobre resultados de esta primera molécula durante el congreso anual de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer la próxima semana.

La estrategia en el caso de esta segunda molécula será diferente. Oryzon quiere llevar con sus propios recursos ORY-2001 hasta la siguiente etapa, gracias a los fondos que llegan del acuerdo con Roche y a la facilidad para captar fondos en el mercado al ser una empresa cotizada. Pasar a la segunda fase garantizaría que la terapia tendría mucho más valor económico para la multinacional que quiera hacerse con ella en el futuro, y la compañía, en Bolsa, también ganaría en cotización. “Nuestro interés es llevar hasta la fase II los ensayos en Europa y Estados Unidos. Eso nos dará "el gran salto de valor”, explica Buesa. Además, la estrategia pasa por explorar el potencial de ORY-2001 en otras patologías, como la enfermedad de Huntington, párkinson y otras neurodegenerativas.

Cualquier ensayo clínico de un fármaco cuenta con tres fases diferenciadas. En la segunda de ellas, ya se comienza a tratar a pacientes, antes de llegar la última, en pruebas con cientos de afectados en diferentes hospitales de distintos países. “Un resultado positivo del estudio conduciría al ORY-2001 a la fase II del programa de desarrollo clínico en el primer semestre del 2017, iniciándose el tratamiento en pacientes con alzhéimer”, señalan desde la empresa.

Sería a partir de esa etapa cuando Oryzon necesitaría un gran socio, ya que desarrollar la última fase de investigación con cientos de pacientes es muy costosa. “Nuestro negocio es desarrollar productos que otros llevarán al mercado, aunque a largo plazo sí nos gustaría tener la capacidad de hacerlo con nuestros recursos”.

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Sobre la firma

Alfonso Simón Ruiz
Graduado en Economía y máster de Periodismo UAM / EL País. En Cinco Días desde 2007. Redactor especializado en información empresarial, especialmente sobre el mercado inmobiliario, operaciones urbanísticas y, también, sobre la industria farmacéutica y compañías sanitarias.

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