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Columna
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Votos nupciales empresariales

Hacer trampa en los matrimonios corporativos, finalmente, tiene consecuencias graves. Los proveedores de datos Markit e IHS están en proceso de consagrar sus votos sobre quién va a dirigir la compañía combinada –y cómo–. Algunos jefes y directores están adquiriendo derechos para reclamar sobre las promesas rotas. Es un buen enfoque a la hora de abordar las problemáticas cuestiones sociales.

Durante años, la persuasión moral fue la táctica principal. Después de que los compradores hubieran absorbido a su presa nadie tenía el poder legal para asegurar que el consejo de administración y los directivos mantenían su palabra. Los fiascos anteriores (como cuando Duke Energy no cumplió con su promesa de dar al consejero delegado de Progress Energy el puesto más alto tras una fusión en 2012) han llevado a un cambio. Temas como el control del consejo de administración, la gestión y el gobierno adquieren mayor importancia, junto con el deseo de los dos grupos de accionistas de proteger sus intereses.

El acuerdo de Markit con IHS, de 13.000 millones de dólares (unos 11.400 millones de euros) por su parte, incluye estatutos que garantizan que el jefe de IHS, Jerry Stead, dirija los pasos del ente resultante de la fusión.

Incluso en el caso de Duke Energy, finalmente, la empresa tuvo que rendir cuentas. Los reguladores estatales que aprobaron la operación aseguraron haber sido engañados, obligando a cerar un acuerdo legal que incluyó la destitución del consejero delegado aprobado por Duke.

Sin embargo, las empresas que se toman en serio los asuntos sociales tendrán que cuidar de sí mismas. Para disuadir a los socios de una fusión de que es mejor no desperdiciar el tiempo, no hay nada como un sólido acuerdo prenupcial.

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