Una ‘mili’ civil para frenar el euroescepticismo de los jóvenes
El ascenso electoral de los partidos euroescépticos o xenófobos se debe en parte a la movilización del voto juvenil (18 a 24 años), franja de edad que se distancia a pasos agigantados del proyecto de integración puesto en marcha por sus abuelos o bisabuelos tras la II Guerra Mundial.
Para esa nueva generación, “Europa se ha convertido en un factor de incertidumbre”, según un informe impulsado por el Gobierno italiano y elaborado por el centro de estudios Volta.
El documento, presentado en Bruselas el pasado 17 de marzo por el primer ministro italiano Matteo Renzi, considera imprescindible recuperar la confianza de los jóvenes. Y plantea como solución la creación de un Servicio Civil Europeo, abierto a todos los jóvenes de 18 a 25 años, para que presten servicio en otro países durante un período de 6 a 12 meses en áreas como la asistencia a ancianos o refugiados, la protección del medioambiente o en organismos culturales. El salario correría a cargo del presupuesto europeo (70%) y del país de origen (30%).
El plan, bautizado como Odysseus (Odiseo), sigue la estela de las becas Erasmus, que desde los años 1980 han permitido a miles de universitarios cursar una parte de sus estudios en otro país de la UE. La Comisión Europea las considera un gran éxito.
El documento italiano, sin embargo, asegura que “el impacto de Erasmus se ha limitado en gran medida a unos jóvenes privilegiados, que por su ambiente de origen y por su nivel de instrucción ya estaban predispuestos al contacto internacional”.
El informe habla, incluso, de una Easyjet-set, juego de palabras en alusión a una minoría de jóvenes que disponen de los recursos y los conocimientos necesarios para disfrutar de una Unión sin fronteras, con moneda única y con el precio del transporte aéreo en caída libre.
Mientras tanto, la inmensa mayoría de lo jóvenes europeos, según el informe italiano, siguen anclados en su país, castigados por la precarización laboral y ajenos a una integración europea que para ellos solo se traduce en salarios más bajos y llegada de emigrantes que compiten por los puestos de trabajo menos cualificados.
Otro italiano, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha alertado de que en los países del sur de la zona euro, esos jóvenes olvidados se están incorporando al mercado laboral con salarios de los años 1980, es decir, de hace tres décadas.
Muchos otros ni siquiera tienen salario. La tasa de paro juvenil (entre 16 y 24 años) roza el 50% en Grecia y España, supera el 30% en Italia, Portugal o Croacia y ronda el 20% en Francia, Bélgica, Irlanda o Polonia, según los datos de Eurostat.
Esas bolsas de marginación o precariedad se han convertido en un caladero de votos para los euroescépticos. En Grecia, Aurora Dorada obtiene el doble de porcentaje de votos entre los menores de 24 años que en el resto de tramos de edad. En Hungría, añade el documento italiano, el 20% de los menores de 33 años vota por los ultraconservadores de Jobbik.
En países como Francia o Bélgica, donde un elevado porcentaje de los jóvenes son de religión musulmana, la alternativa puede ser mucho más trágica. De los dos países han salido centenares de jóvenes para combatir en Siria, atraídos por el Estado Islámico. Curiosamente, señala el informe de Volta, ese grupo terrorista utiliza una retórica “elevada de nobleza y elevación moral” para apelar a la generosidad y el ímpetu de los jóvenes europeos.
“Odysseus, desde luego, no pretende ser una alternativa directa al extremismo italiano”, precisa Volta. Pero el Gobierno italiano considera imprescindible ofrecer a los jóvenes europeos una vía de voluntariado que les permita adquirir experiencia laboral, familiarizarse con otro idioma y sentirse parte de una Unión que les ofrece una opción de futuro.
“Debemos pasar de la Europa de nuestros padres a la Europa de nuestros hijos”, señaló Renzi durante la presentación en Bruselas de Odysseus. El primer ministro criticó la tecnocracia que se ha apropiado del proyecto europeo y la repetición de cumbres europeas supuestamente decisivas.
“A las cuatro de la tarde, empezaremos el tercer Consejo Europeo de este mes, con la misma agenda que los dos anteriores”, lamentó Renzi aquel 17 de marzo en las horas previas a una nueva cumbre europea. Quizá sea la edad (40 años) o la grave crisis que atraviesa su país, pero el primer ministro italiano se ha convertido en el único líder de la UE que denuncia sin medias tintas la deriva de un club que pierde por momentos el apoyo popular, mientras Bruselas sigue con su ábaco fiscal comprobando si el déficit público cierra un punto arriba o abajo.
Holanda vota sobre Ucrania con el recuerdo del MH-17
Holanda celebra un referéndum este miércoles (6 de abril) sobre la ratificación del Acuerdo de Asociación de la UE con Ucrania. Pero la consulta, que requiere una participación de al menos el 30% para ser vinculante, gira en torno a muchas más cosas que ese oscuro tratado con casi 500 artículos y más de 2.000 páginas que en gran parte ya está en vigor.
El voto holandés se interpreta como antesala del referéndum que Reino Unido celebrará en junio sobre la continuidad de ese país en la UE. Y los partidarios del Brexit (salida de Gran Bretaña) desembarcarán esta semana para defender el No a Ucrania como metáfora de un No a la UE.
El caldo de cultivo es propicio en un país que hace 10 años ya abortó en otro referéndum el proyecto de Constitución Europea.
Holanda vota, además, con el recuerdo de la matanza del MH-17, el vuelo de Malaysian Airlines entre Amsterdam y Kuala Lumpur que fue derribado el 17 de julio de 2014 por un misil sobre suelo ucraniano. De las 298 víctimas, 196 eran holandeses. Y al dolor se unió la humillación de las dificultades para recuperar los cadáveres en una zona tomada por rebeldes ucranianos pro-rusos. La última repatriación tuvo lugar en mayo de 2015.
Los sondeos muestran que la población está dividida entre la abstención o el voto de castigo a la coalición del primer ministro Mark Rutte. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha invocado a que el riesgo de la victoria del No desencadene en una grave crisis, otra grave crisis, en la UE. Pero su intervención ha recibido más pitos que aplausos en Holanda. Y la última esperanza del Gobierno parece ser que la población se desentienda de la consulta y no acuda a votar. Lección de democracia.