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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los mercados quieren seguridad y certidumbre

Las Bolsas europeas han absorbido los ataques yihadistas del pasado martes en Bruselas con una rapidez pasmosa, como si se tratase de un acontecimiento ordinario, como si exponerse a morir mientras se va a trabajar y se topa uno con un suicida enajenado fuese normal. Los mercados financieros marcaron en la jornada del martes descensos muy fuertes en la apertura de la contratación, pero cerraron casi todos con ascensos (con la única excepción del índice español), y donde únicamente los valores ligados al transporte aéreo y a la actividad turística cerraron con pérdidas. Los temores que turban los ánimos de los inversores cada vez que un atentado terrorista rompe la paz de Occidente son cada vez más atemperados. Desde la debacle de Nueva York en 2001 hasta ahora el efecto sobre los mercados ha ido perdiendo intensidad, y los tiempos de recuperación de los niveles previos a los golpes terroristas se han limitado casi hasta desaparecer. La interpretación no puede ser otra que el dinero hace práctica abstracción de este tipo de acontecimientos y los tiene incorporados en el inventario de episodios de volatilidad natural, que no son otra cosa que ventanas de oportunidad para quien quiere obtener réditos de las compras y ventas de muy corto plazo.

La sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania.
La sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania.

Pero lentamente el mercado se ha ido impregnando, a la vez que de cierta insensibilidad, del riesgo que supone la falta de seguridad plena para la ciudadanía en territorios antes muy seguros, y ha ido incorporado también la prima que comporta a las inversiones a largo plazo y a los negocios en general. Seguramente no es cuantificable todavía, pero está contabilizado en los riesgos, además de contar con un margen de deterioro aún superior si la situación de inestabilidad se prolonga como parece probable. Hay que recordar que esta nueva forma de terror lleva varios años entre las sociedades de todo el mundo, y dada la fortaleza identificada de sus financiadores e instigadores, estará una larga temporada más, por muy diligentes que sean las decisiones para combatirla y aniquilarla.

El presidente francés, Francois Hollande, ya advirtió que no habrá la confianza suficiente para los proyectos de inversión en Europa mientras no haya plenas garantías de seguridad. Ese parecer es bastante compartido, aunque las herramientas a utilizar para restablecer la citada confianza y seguridad no concitan el mismo grado de consenso en Europa. Ayer el propio primer ministro francés volvió a recordar que ya se había decidido desde los atentados de París la necesidad de poner en marcha un sistema de registro internacional de pasajeros aéreos, que aún no funciona, y que es vital para controlar los movimientos de los terroristas en suelo europeo. No se pueden permitir más retrasos. Ese instrumento, y cuantos sean precisos para garantizar la seguridad, deben ser adoptados sin pérdida de tiempo, y con la suficiente pedagogía por parte de las autoridades como para que la población entienda que si tiene que ceder en su grado de libertad debe darse por bien empleada.

La economía europea necesita muchas más cosas que la seguridad que pueda verse mermada por los atentados yihadistas, y está en buena parte en manos de los Gobiernos ponerlas en marcha. El propio Banco Central Europeo ha recordado a los políticos que tienen que poner su empeño en un nuevo plan de convergencia común para incrementar la inversión pública, mejorar el clima de los negocios y reformar los mercados bienes y servicios, si no quieren que los esfuerzos del BCE en materia monetaria sean estériles. Pero las garantías de seguridad son tan importantes como las citadas para la buena marcha de los negocios, sin la cual Europa no superará la crisis de crecimiento actual ni podrá financiar, si no recompone sus niveles de empleo, sus generosos estados de bienestar.

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