La CE relaja el control de las ayudas públicas a los aeropuertos regionales
Bruselas relaja el control de los aeropuertos de menos de tres millones de pasajeros al año, que podrán recibir ayudas públicas a la inversión sin necesidad de someterse por adelantado al escrutinio europeo.
La Comisión Europea concede una tregua después de más de una década de lucha contra las ayudas públicas a los aeropuertos emergentes. Bruselas admite que muchos de esos subsidios son inocuos y suprimirá la obligación de notificarlos por adelantado.
La nueva norma, ya en proceso de consulta pública, reducirá el papeleo y liberará a muchas administraciones regionales o locales de la necesidad de esperar la luz verde de Bruselas para subvencionar a sus aeródromos. Esas autoridades han pugnado por el derecho a apoyar un medio de transporte que muchas regiones consideran esencial para atraer turismo o inversión.
El departamento de Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, reconoce que, a la luz de los casos investigados, “la ayuda a la inversión a los aeropuertos regionales, siempre que se cumplan ciertas condiciones, no da lugar a distorsiones indebidas”. Competencia también admite que, en muchos casos, la ayuda “puede mejorar tanto la accesibilidad de ciertas regiones como el desarrollo local”.
Las ayudas podrán cubrir entre el 50% y el 75% de la inversión. Pero el proyecto de reglamento de Vestager ni siquiera pone un límite máximo a la cifra final de la, por considerar que el potencial impacto en los rivales no depende de la envergadura de la inversión sino del tamaño del aeropuerto.
La repentina benevolencia de Vestager contrasta con la larga e infructuosa batalla librada por Bruselas desde principios de este siglo contra la proliferación de aeropuertos surgidos a rebufo de las líneas de bajo coste, en particular, de Ryanair.
En 2005, la Comisión prohibió tajantemente la ayuda al funcionamiento de ese tipo de aeropuertos. Pero Bruselas reconoce que nunca ha aplicado de manera estricta esa normativa y que, de haberlo hecho, habría provocado el cierre de al menos 200 aeropuertos que operan con pérdidas.
Bruselas también tramitó más de 65 notificaciones de ayudas y recibió un centenar largo de quejas procedentes de grandes aerolíneas o de aeropuertos principales. En contra de la imagen habitual, España no figura en la picota de ninguna de esas dos categorías. Entre 2015 y 2013, solo el 2% de las ayudas notificadas y el 4% de las quejas fueron relacionadas con el mercado español. En cambio, el 21% de las ayudas fueron en Alemania y el 90% de las quejas, contra Alemania, Francia y Bélgica.
En 2014, Bruselas admitió el fracaso del sistema y el entonces comisario de Competencia, Joaquín Almunia, ofreció un periodo de gracia de 10 años para la eliminación progresiva de las ayudas al funcionamiento. Pero la CE se reservó la última palabra sobre unas ayudas que debían notificarse por adelantado.
- Carta blanca
El nuevo sistema tampoco ha sido muy útil. La inmensa mayoría de las ayudas notificadas corresponden a aeropuertos muy pequeños y la CE se ve obligada a verificar unos subsidios que casi nunca ponen en peligro la competencia.
La nueva carta blanca de Bruselas beneficiará a los aeropuertos con menos de tres millones de pasajeros al año, siempre y cuando no se encuentren a menos de 100 kilómetros de otra pista o a menos de 60 minutos de trayecto en coche o en transporte público (incluido el tren de gran velocidad).
La CE también exime de notificación las ayudas a puertos fluviales y marítimos hasta cierto tamaño.