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La CDU llega a las urnas con una caída de popularidad sin precedentes

El plan de Merkel para olvidar su selfie con los refugiados

Angela Merkel confía en que la cumbre europea extraordinaria de hoy, convocada a instancia suya, le permita anular definitivamente el efecto llamada de los selfies en los que posó junto a refugiados sirios, una imagen que ha puesto en peligro su mandato.

La canciller sabe que la cita en Bruselas, a la que está invitado el primer ministro turco, es su último cartucho para contener la crisis de los refugiados antes de las decisivas elecciones del próximo domingo en tres regiones alemanas.

El partido de Merkel, CDU, llega a las urnas con una caída de popularidad sin precedentes en los últimos años. Un batacazo electoral aumentaría las dudas sobre el liderazgo interno de la canciller, cuestionado ya abiertamente por algunos de sus aliados, como Horst Seehofer, líder de los conservadores en Baviera (CSU).

Merkel confía en que la cumbre de hoy zanje las críticas a su gestión, frenando de manera tajante el flujo de refugiados y emigrantes que pasa de Turquía a Grecia, y de allí al resto de la UE, con Alemania como destino predilecto.

El plan pasa por reducir al máximo las salidas desde Turquía y por aplicar a rajatabla a partir de ahora las normas que obligan a los potenciales refugiados a pedir asilo en el primer país europeo que pisen, que es Grecia en la inmensa mayoría de los casos.

Esa era la propuesta del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, desde el comienzo de la crisis de los refugiados. Pero fue tachada de xenófoba y rechazada por varios líderes europeos, con Merkel a la cabeza, por considerar que trasladaba toda la presión migratoria a un país incapaz de gestionarla como Grecia. La canciller se ofreció entonces a dar acogida a todas las familias sirias que llegasen hasta la frontera alemana e ilustró su oferta con unas fotografías en centros de asilo que ahora intenta olvidar.

Su promesa, alabada y denostada por igual, alentó un éxodo que en 2015 llevó a un millón de refugiados hasta Alemania.

Merkel confiaba en que su generosidad le permitiese cobrarse una pieza perseguida por Berlín desde hace varias décadas: la comunitarización de la política de asilo, con cuotas permanentes y obligatorias de refugiados por países para descargar a Alemania, que ha sido tradicionalmente, junto a Suecia, el país con mayor número de asilados.

Pero la canciller calculó mal sus fuerzas para imponer esa solución definitiva y vinculante. Los socios se rebelaron, desde Madrid a Varsovia y desde París a Budapest.

Solo aceptaron cuotas para esta crisis concreta. Y el reparto “obligatorio” de 160.000 refugiados se ha quedado en papel mojado, con la reubicación hasta ahora de 660 (338 procedentes de Italia y 322 de Grecia). España, que se comprometió a recibir a 16.231, ha acogido a 18. A Francia le corresponden 30.783 y ha recibido 135. Y en esa línea, el resto.

La mayoría de los países tiene previsto comprometerse hoy a acelerar ese proceso de reubicación, entre ellos, España, que, según fuentes europeas, está dispuesta a acoger de manera inmediata a casi medio millar de refugiados.

El plan también incluye convencer a Turquía de que frene un flujo de salida que el año pasado rebasó la cota de 200.000 personas mensuales (en octubre) y de 7.000 diarias (el mismo mes). El país de Recep Tayyip Erdogan, según los últimos datos de Ankara, ha acogido a 2,9 millones de personas procedentes del conflicto de Siria, de las que 273.000 residen en 26 centros o campamentos de refugiados.

Para evitar la tentación de que Erdogan les deje partir camino de Europa, Bruselas ofrece a Ankara un programa de apoyo de hasta 3.000 millones de euros (el pasado viernes se liberaron los primeros 95 millones) y la promesa de acelerar la supresión de visados para los ciudadanos turcos que viajen a Europa. La canciller, declarada enemiga de que Turquía ingrese en la UE, incluso aceptó relanzar las negociaciones de adhesión, en un giro político comparable al que le llevó a renunciar a la energía nuclear tras el desastre de Fukushima hace cinco años.

Pero la estrategia tampoco ha dado los resultados esperados y todavía salen de Turquía unas 50.000 personas al mes con destino a Grecia, un país que dispone de 34.419 plazas para asilados (más 20.000 que prepara la Acnur) y al que en los últimos 14 meses han llegado un millón de personas procedentes de la costa turca.

Merkel, que incluso ha pedido ayuda a la OTAN, vuelve a la carga con un plan que llenará Grecia de campos de refugiados similares a los de Turquía. Y sabe que tal vez sea su última oportunidad.

 

A contraluz

Más transparencia fiscal para las multinacionales

Los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) intentarán pactar mañana el proyecto de directiva que obligará a las empresas a informar sobre su actividad país por país a las autoridades fiscales de los países europeos donde operen. Hay discrepancias sobre su aplicación a las empresas de fuera de la Unión Europea. La directiva es una de las medidas propuestas por la CE en enero para intentar evitar la elusión de impuestos de las multinacionales. La norma sería aplicable a los grupos con ingresos superiores a 750 millones de euros, un umbral que cumplen solo el 15% de las multinacionales, pero son las que copan el 90% de los ingresos empresariales.

Tercer Eurogrupo “en funciones” para Guindos

Luis de Guindos asiste hoy por tercera vez como ministro en funciones de Economía a la reunión con sus colegas de la zona euro (Eurogrupo). El titular español llega con la buena noticia de que, según sus cálculos, el déficit público cerró el año pasado por debajo del 4,8% vaticinado por la Comisión Europea y que la deuda pública tocó techo, un año antes de lo previsto, sin rebasar el 99%. Pero Guindos no puede ofrecer mucho más. El Eurogrupo sigue esperando que un nuevo Gobierno concrete los ajustes que aplicará como contrapartida para prolongar un año o dos el objetivo de situar el déficit por debajo del 3%, marcado para 2016.

Veredicto sobre la calidad democrática de Polonia

La Polonia de Kaczyinski recibirá esta semana (11 y 12 de febrero) el veredicto de la llamada comisión Venecia del Consejo de Europa sobre la compatibilidad de algunas de sus decisiones con las normas democráticas. La investigación se inició a raíz del conflicto sobre la reforma del Tribunal Constitucional y el proceso de renovación de algunos de sus miembros. La Comisión Europea sospecha que esas medidas pueden vulnerar los valores fundamentales de la UE y, por primera vez, ha esgrimido la posibilidad de suspender a un socio como Polonia de su derecho de voto en el club europeo. El veredicto del Consejo de Europa (ajeno a la UE) será decisivo en ese procedimiento.

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