El coste de la incertidumbre política
La recuperación económica española, que ha colocado a nuestro país a la cabeza de la zona euro en ritmo de crecimiento, avanza entre riesgos externos e incertidumbres internas. Datos como las cifras de la balanza de pagos revelan que en 2015 la economía española registró superávit corriente por tercer año consecutivo, una circunstancia que no se producía desde los setenta. Un análisis en detalle de esas cifras muestra, sin embargo, otro dato a tener en cuenta: el hecho de que el capital extranjero que salió de España el año pasado lo hizo a un ritmo solo superado por el de los peores momentos de la crisis. Según los datos del Banco de España, en 2015 los inversores foráneos retiraron 21.000 millones de euros en inversiones directas frente a los 9.400 millones que salieron en 2014. A ello hay que sumar la salida de 48.000 millones depositados en otros productos, como préstamos o depósitos, una cantidad que contrasta con la entrada en este tipo de inversiones un año antes. Los datos dibujan una radiografía que sitúa el año 2015 como el tercer peor ejercicio de los últimos quince años en este sentido –con una retirada de capital de 70.200 millones de euros, aunque en buena parte condicionada por el programa de compras de deuda del BCE– solo superado por 2012, un año en que los inversores sacaron algo más de 170.000 millones y por 2011, cuando esa cantidad ascendió a 79.500.
Una parte de la explicación a estas cifras está en la incertidumbre política que vivió nuestro país a lo largo del año pasado, alimentada por una sucesión de citas electorales que culminaron en los comicios generales del 20 de diciembre. Solo durante ese último mes salieron de España 19.000 millones de euros, el 27% de lo retirado en todo el ejercicio, lo que refuerza esta sospecha. A la inestabilidad que genera cualquier posible cambio de Gobierno en todo país, se unió la específica coyuntura que vive la economía española, tras unos años de crisis especialmente virulenta e inmersa de lleno en un proceso de recuperación económica que todavía resta por consolidar.
Las dudas sobre el futuro de las reformas estructurales adoptadas en los últimos años en nuestro país –especialmente en caso de que la política económica gire hacia posiciones claramente contrarias a la liberalización y a la economía de mercado– explican en parte el aumento de las salidas de capital el año pasado. No en vano el dinero y las inversiones huyen de la incertidumbre económica y buscan el equilibrio y la seguridad. A la vista del estancamiento que vive España, con un Gobierno que todavía sigue en funciones y serias dudas sobre cuál será el perfil del próximo Ejecutivo, todo apunta a que las reservas a invertir en nuestro país seguirán creciendo. Precisamente por ello, resulta urgente aclarar cuanto antes el mapa político y recordar el precio que ese mapa puede tener para la economía.