Renzi planta cara a Merkel para evitar la caída de Italia
El primer ministro italiano teme que el empeño del Gobierno alemán en aplicar a rajatabla las normas sobre déficit público o sobre reestructuraciones bancarias condene a Italia a una nueva recesión
"Italia ya no es el problema de Europa, como ocurría hace dos años”, afirmó el viernes Matteo Renzi tras reunirse en Roma con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. La esperada cita (en casi año y medio de mandato, Juncker nunca había ido a la capital italiana) sirvió al primer ministro para intentar mejorar su deteriorada relación con Bruselas y dejar claro que sus recientes diatribas y protestas no van tanto dirigidas contra la Comisión como contra Berlín.
Renzi (Florencia, 1975) teme que el empeño del Gobierno de Angela Merkel en aplicar a rajatabla las normas sobre déficit público o sobre reestructuraciones bancarias condene a Italia a una nueva recesión o a un rescate bancario como el de España. Durante sus dos años de Gobierno, el primer ministro italiano ha logrado esquivar ambos cataclismos. Pero Renzi parece consciente de que el tiempo juega en su contra. Si la zona euro no despega definitivamente o, peor aún, si recae como consecuencia de la nueva ralentización mundial, tal vez Italia no pueda evitar verse arrastrada.
Renzi lleva meses pataleando para ampliar su margen de maniobra presupuestaria y alzando la voz para pedir que Alemania ejerza de locomotora de la zona euro con un aumento de la inversión y el consumo. Pero Merkel, de momento, no se ha dado por aludida.
Bruselas sí que ha cedido en parte y admite que Roma se desvíe temporalmente de sus objetivos de consolidación presupuestaria, dado que el déficit no supera el límite del 3%. La Comisión también ha aceptado, aunque sea a regañadientes, un dudoso plan de saneamiento del sector bancario italiano que, a diferencia de España, apuesta por una reestructuración suave y sin grandes pérdidas para los bonistas.
Pero Renzi no se conforma y parece dispuesto a trasladar a Europa el carácter combativo y marrullero que le hizo famoso en Italia y le permitió derrocar en 2014 a Enrico Letta para convertirse, con 39 años, en el primer ministro más joven en la historia del país.
Dos años después, asentado en el poder y con un referéndum por delante sobre la reforma constitucional en el que se jugará el cargo, Renzi planta cara a Merkel, a la Comisión o lo que se ponga por delante. “La austeridad, ha dicho Juncker, es una estupidez y yo lo suscribo y firmo junto a él”, desafió Renzi, el pasado viernes, parapetándose tras el presidente de la Comisión. Renzi arremetió así contra las maniobras de varios países, entre ellos Alemania, para aguar la flexibilidad presupuestaria que la Comisión prometió a principios de 2015.
Roma califica de estupidez la austeridad impuestapor Berlína la zona euro
La andanada del primer ministro llegó precedida por un documento del ministro italiano de Economía y Finanzas, Pier Carlo Padoan, que plantea una enmienda a la totalidad a la política económica seguida por la zona euro a instancias de Berlín. “El proyecto europeo sufre una crisis sin precedentes (...) y a los ciudadanos les cuesta apreciar cuál es el valor añadido de formar parte de la UE”, alerta ese documento. Y atribuye la decepción de la opinión pública a una “respuesta económica ante la recesión y el ingente paro que a menudo se percibe como insuficiente”.
Italia ha sido uno de los países más castigados por la crisis y cerró 2015 con una caída del PIB real a niveles cercanos al comienzo del euro hace década y media. Su PIB per cápita ha pasado del 103% de la media europea en 2007 al 96% en 2014, y la pérdida es especialmente pronunciada en las regiones industriales del norte (8 puntos porcentuales en Lombardía, casi 14 puntos en Piamonte o Véneto), según datos de Eurostat publicados el viernes. En el mismo periodo, la inversión se ha desplomado un 30%, mucho más que la media europea, según el informe de la Comisión Europea publicado el viernes sobre las reformas acometidas por el Gobierno italiano en 2015.
Bruselas señala en ese informe que Italia, la quinta potencia exportadora de la UE, ha perdido cuota de mercado mundial desde el comienzo del euro. La CE achaca esa erosión a la pérdida de competitividad de la industria italiana y a problemas endémicos como la rigidez de su economía.
Pero el Gobierno de Renzi considera que las reformas emprendidas, como la del mercado laboral, generan escasos resultados por la ausencia de una política económica adecuada a escala de la zona euro.
“El problema es muy grave”, aseguraba Renzi ante Juncker, “porque muchos europeos no tienen perspectiva de futuro y se empieza a cuestionar el proyecto de integración del continente”. El florentino afirma que su algarada es por el bien del proyecto europeo, “porque queremos una Europa política, no de números; porque queremos ser antes ciudadanos que consumidores”. Grandes palabras, pero en Berlín llama más la atención el 133% de deuda pública que amontona Roma.