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Columna
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Apostando la granja

Las grandes empresas quieren permanecer en la Unión Europea, pero las pequeños no tanto. Mientras que los británicos deciden en su referéndum del próximo 23 de junio de si se quedarán o no en Europa, este es el estereotipo –respaldado por una carta abierta firmado por una tercera parte de las empresas del FTSE 100, que advierten de un desastre económico tras el brexit. Sin embargo, esto es engañoso.

Por una parte, muchas de las grandes firmas todavía tienen que unirse al frente anti-Brexit. Bancos como Lloyds Banking Group y Royal Bank of Scotland no han firmado. Como tampoco lo han hecho los minoristas Tesco y Sainsbury. Por otra, el sector de la alimentación y la agricultura del Reino Unido en su conjunto genera alrededor de 103 millones de libras al año, lo que equivale al 6,8% del PIB del país. También es un gran generador de empleo, ya que ha dado trabajo a 476.000 personas, según la Unión Nacional de Agricultores (UNA).

Está claro que el brexit podría impulsar el consumo interno de alimentos cultivados en Gran Bretaña y reducir las injerencias de Bruselas. Según la UNA, el Reino Unido importa el doble de la cantidad de productos agrícolas de la UE de lo que exporta, lo que podría ayudar si Gran Bretaña tuviera que volver a negociar el acceso al comercio. Con gran parte de sus ingresos dependiendo de los subsidios transmitidos por la UE, es probable que los agricultores voten quedarse.

Por último, la mano de obra barata ayuda tanto a las pequeñas empresas como a las granjas. Dos tercios de los 34.513 trabajadores no son del Reino Unido, pero sí ciudadanos europeos, según la Oficina Nacional de Estadísticas. Esto hace que sea más difícil para que estos trabajadores entrar en el Reino Unido después del brexit, ya que supondría un aumento de los costes de las empresas pequeñas también.

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