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Columna
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Los agujeros del acuerdo del crudo

El acuerdo petrolero alcanzado entre Arabia Saudí y Rusia está lleno de agujeros. Los productores de crudo han aceptado congelar la producción a los niveles de enero. Pero tanto Rusia como el capo de la OPEP ya están bombeando casi a toda máquina. Y puede que Irán, que quiere incrementar la producción tras años de sanciones, no esté de acuerdo.

El pacto anunciado ayer –tal como está planteado– refleja la intensa presión financiera con la que tienen que lidiar los principales productores de petróleo debido a la caída del 70% en el precio del barril de crudo desde mediados de 2014. Los productores más débiles como Venezuela, que también se unieron al acuerdo junto a Catar, productor de gas, pedían un recorte en la producción.

Que Rusia y Arabia Saudí hayan sido capaces de ponerse de acuerdo en algo es un signo de cierto progreso

Congelarla es algo bastante menos ambicioso, dada la cantidad de crudo que fluye en la actualidad. Arabia Saudí bombeó algo más de 10,2 millones de barriles al día el mes pasado, cifra ligeramente inferior al récord de 10,6 millones de barriles diarios de junio. La producción petrolera de Rusia, por su parte, ha alcanzado nuevos máximos post soviéticos.

Sobre Irán pesa el gran signo de interrogación. La producción del país del Golfo sigue siendo un millón de barriles inferior a lo que era antes de que se viera afectada por las sanciones internacionales debidas a su programa nuclear. Parece poco probable que el país se sume al establecimiento unos límites arbitrarios sobre la producción justo cuando está empezando a regresar a los mercados internacionales.

El hecho de que Rusia y Arabia Saudí fueran capaces de ponerse de acuerdo en algo es un signo de un cierto progreso, por supuesto –y probablemente explica por qué el precio del crudo Brent se recuperó un 6% inicial antes de darse la vuelta en las primeras horas tras el anuncio–. El ministro de Petróleo de Arabia Saudí, Ali al-Naimi, aseguró a la prensa que la congelación de la producción era el “comienzo de un proceso”. A lo sumo, puede que se cree una apertura diplomática para llegar con posterioridad a un acuerdo más ambicioso.

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