El Eurogrupo admite que hay problemas en ciertos bancos
La segunda reunión del año del Eurogrupo se anunciaba en Bruselas como “una de las más cortas y calmadas de los tiempos recientes”, según el pronóstico de fuentes europeas unos días antes. Pero el inesperado y hasta ahora inexplicado tifón bursátil de las últimas horas transformó la cita de los ministros de economía de la zona euro en un improvisado gabinete de crisis que se prolongó mucho más de lo previsto.
La primera tarea de ese retén de emergencia fue intentar calmar a los mercados, un empeño en el que se esmeraron los 19 ministros desde su llegada a la capital europea.
“Seguimos convencidos de la solidez de la economía europea”, marcó el paso el comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, quien la semana pasada solo revisó ligeramente a la baja la previsión de crecimiento de la zona euro (una décima menos, hasta el 1,7% este año).
La segunda consigna fue descartar que Europa se encuentre en la antesala de una crisis financiera tan viral como la anterior, que provocó la caída y rescate de decenas de entidades financieras y requirió la intervención del dinero público por un montante de 1,6 billones de euros.
Fuera de la sala de reunión, sin embargo, las delegaciones rompían filas e intentaban salvar a las bancas respectivas y trasladar el foco de atención hacia los vecinos más vulnerables o más castigados por los mercados.
“No estamos, en absoluto, ante una crisis bancaria, sino ante dificultades en bancos concretos”, señalaban fuentes españolas, convencidas de que el vendaval actual pasará de largo por un país que llevó a cabo la reestructuración del sector en 2012 y 2013.
Y casi todos los dardos se dirigían hacia Deutsche Bank, el mayor banco de Europa, cuya cotización bursátil se ha despeñado un 35% desde comienzos de año (ayer cayó el 6,1%) y cuyo consejero delegado se dirigió el martes por escrito a los empleados (98.000 en todo el mundo, 45.000 de ellos en Alemania), para asegurarles que la entidad “es sólida como una roca”.
El ministro alemán, Wolfgang Schäuble, prefirió no darse por aludido y a su llegada a Bruselas se negó a comentar la agitada situación del Deutsche Bank. “Noto cierto punto de exageración en los mercados”, desvió el ministro alemán las preguntas sobre el desplome bursátil de numerosas entidades europeas.
Schäuble prefirió centrarse en su obsesión presupuestaria y comentar la situación de Portugal y Grecia, dos países cuyo PIB, sumado, no llega a la cuarta parte de los activos del Deutsche Bank.
Italia también estuvo en el punto de mira, por las dudas sobre su reciente plan para ayudar a la banca a descargar su ingente cantidad de préstamos dudosos o fallidos (que suman 330.000 millones de euros). Bruselas dio anteayer la luz verde definitiva, pero la titulización y comercialización de toda esa cartera no parece una tarea sencilla. Fuentes europeas reconocían, sin embargo, que “la volatilidad de estos días no puede achacarse tanto a los bancos italianos como a otra gran entidad del continente”, en clara alusión al gigante alemán.
- Vendaval pasajero
El presidente del Eurogrupo, el ministro holandés Jeroen Dijsselbloem, también se negó a extraer consecuencias sobre un vendaval que la mayoría de los ministros describieron como “coyuntural” y cuyo origen situaron en la ralentización de los países emergentes.
“No estamos ante una recesión sino ante una ralentización mayor de lo esperado”, diagnosticó el titular español, Luis de Guindos. En público, los miembros del Eurogrupo se reafirmaron en que la zona euro debe mantener el rumbo seguido hasta ahora, aunque las fisuras son cada vez más visibles.