La fiabilidad es el motor de España
El goteo continuo de adjudicaciones de nuevos modelos a las plantas españolas de automoción por sus casas matrices, la sustitución por otros más modernos, o la renovación de plazos para seguir fabricando los que ya salen de las cadenas de montaje son una tónica común que los últimos años ha demostrado la pujanza, fiabilidad, flexibilidad, capacidad y competitividad de las fábricas que las multinacionales poseen en nuestro país. El buen hacer de empresas y sindicatos, con el objetivo primero de la continuidad de las plantas y su empleo, ha sido esencial en esa dinámica. Pero más allá de este virtuoso marco, exigible a cualquier destino inversor, las fábricas automovilísticas españolas y todo su entorno, el sistema español del automóvil, ha destacado por su seriedad. Y eso, tanto dentro como fuera de las plantas. Las entregas a punto de los vehículos fabricados es tan importante como la llegada a tiempo de los componentes para iniciar el proceso. Una de las grandes en España, Renault, prepara su plan industrial de cara a 2017. La iniciativa, en proceso de negociación, supondría un nuevo modelo, más producción de motores y cajas de cambio y prioridad para la fábrica en nuevas asignaciones. La multinacional francesa sabe que España aquí es fiable. Un modelo que debieran tener todos los sectores, y a lo que debe ayudar la política.