Abengoa reducirá su facturación un 33% para seguir a flote
Ya está listo el plan de viabilidad en el que Abengoa lleva trabajando desde hace semanas. En él contempla la venta de los biocombustibles y centrarse en el negocio de ingenería. Calcula que su facturación caerá un 33%, hasta los 5.000 millones.
El consejo ha dado el visto bueno al plan y ahora deberán hacerlo los bancos y los bonistas, que representan el 43% y el 57% de la deuda corporativa, respectivamente. La compañía necesita llegar a un acuerdo con los acreedores cuyos créditos representen al menos tres quintas partes del pasivo y por al menos el 75% del pasivo en manos de la banca para evitar entrar en concurso de acreedores.
La compañía que preside José Domínguez Abascal ha acordado proceder a la negociación de la reestructuración de su deuda y los recursos necesarios para así continuar su actividad de forma competitiva y sostenida en el futuro. Eso sí, tras las desinversiones, por unos 1.500 millones en las áreas no esenciales, prevé reducir su facturación un 33% respecto a los 7.150 millones de 2014. Es decir, a unos 5.000 millones.
El lunes, el consejo de Abengoa recibió el plan elaborado por Álvarez y Marsal y que incluye la reducción de la deuda corporativa desde los actuales 9.000 millones a entre 3.000 y 4.000 millones. La compañía aboga por una triple fórmula: quitas, amortizaciones y capitalizaciones de deuda. Tanto bancos como bonistas optan por capitalizar la mayor deuda posible, lo que implicaría diluir la participación de los actuales accionistas.
El acuerdo debe alcanzarse antes de que finalice el preconcurso a finales de marzo "dado que una situación de concurso implicaría una destrucción de valor para acreedores y accionistas muy superior a la de cualquier escenario de continuidad, todo ello sin evaluar el enorme coste social que tal situación implicaría", asegura la empresa en una nota.
A nivel operativo la compañía desarrollará su negocio concentrándose en las actividades de ingeniería y construcción con tecnología propia o de terceros y se deshará de sus negocio de biocombustibles, como publicó Cinco Días el pasado 3 de diciembre.
El grupo facturó en los nueve primeros meses del año 4.872 millones. De ellos, un 59% provienen de la división de ingeniería y construcción, la actividad que aporta más ingresos a la empresa, y un 33% de la filial de bioenergía. Su tercera pata, la de infraestructuras concesionales, tiene un papel menor. Sin embargo, el margen sobre ebitda de la filial de bionergía fue de un exiguo 2% en el tercer trimestre, con el petróleo en 30 dólares por Brent, cerca de sus mínimos desde 2009. En cambio, el margen de los negocios de ingeniería es 10 veces superior, de un 20,9%.
La filial de bionergía, creada en 2002, está dedicada a la producción de biocombustibles, como el bioetanol y el biodiésel, y agrupa los negocios con mayor componente tecnológico, y se ha visto penalizada por la caída del etanol, que ronda los 1,49 dólares por galón, un 39% por debajo de los niveles alcanzados a finales de 2014. Se trata de la división que cuenta con una mayor deuda bruta asignada según las cuentas hasta septiembre, 3.180 millones, frente a los 8.900 totales.