Juego de tronos en Arabia Saudí
Pocas cosas se hacen hoy en día en Riad sin el consentimiento del poderoso príncipe heredero del reino Mohammed ben Salman. El hijo del rey de Arabia Saudí es el impulsor de la mayor reforma económica de la historia reciente de la dinastía. Los inversores podrían beneficiarse de una mayor apertura de la mayor economía de Oriente Medio, pero el vigor del joven príncipe podría ser desestabilizador.
Arabia Saudí tiene pocas alternativas a la reforma. La caída del 72% de los precios del petróleo en los últimos dos años a niveles de alrededor de 30 dólares por barril ha puesto a las finanzas del reino bajo una fuerte presión. El impacto de la caída de los ingresos por exportación quedó patente en diciembre pasado cuando se anunciaron recortes de gastos y medidas de recaudación de ingresos para cerrar un déficit presupuestario récord. Se recaudarán miles de millones de dólares a través privatizaciones, que incluso podrían incluir el activo más preciado del reino, Saudi Aramco.
Para ello, Mohammed ben Salman ha ordenado lo que equivale a una auditoría nacional. Las empresas estatales y los departamentos gubernamentales están enviando valoraciones detalladas de sus activos y propiedades al ministro de Economía y Planificación, Adel Fakieh, según una persona familiarizada con el asunto. El proceso es potencialmente positivo para los inversores locales e internacionales. La venta de participaciones en empresas parcialmente estatales ayudaría a dinamizar el sector privado del país en un momento difícil para la economía.
Pero también hay riesgos. Uno es que los cambios se estén apresurando demasiado para satisfacer las pretensiones de un príncipe joven y ambicioso. Otro es que en caso de que el trono de rey Salman se quedara de repente vacío, podría darse una lucha por el poder entre Mohammed ben Salman y su primo el príncipe Mohammed ben Nayef. Dado el papel que Arabia tiene que desempeñar en la reparación de los mercados mundiales del petróleo, sería una perspectiva desconcertante.