La tensión en Oriente Medio recrudece la guerra del petróleo
El conflicto entre Arabia Saudí e Irán aleja un posible acuerdo de la OPEP
Tradicionalmente, las tensiones geopolíticas en Oriente Medio han disparado el precio del petróleo a niveles insospechados. Sin embargo, la situación en la que se encuentra a día de hoy el mercado del oro negro dista mucho de ser tradicional. Cuando la posibilidad de un acuerdo de la Organización de los Países Productores de Petróleo (OPEP) que elevara el precio del crudo ya parecía lejana, en un entorno de oferta saturada por la aparición de nuevos agentes y con la demanda de capa caída con motivo de la mala coyuntura económica, el conflicto entre Arabia Saudí e Irán se erige como una traba definitiva a cualquier posible pacto en este sentido.
A finales de 2014, un segmento de la OPEP, abanderado por Arabia Saudí, decidió poner fin a la política de maximizar los beneficios del petróleo aumentando los niveles de producción. El objetivo de los productores tradicionales de crudo, amenazados por la irrupción de las nuevas técnicas de extracción, era hundir el precio del petróleo para tratar de sacar del mercado a nuevos competidores como Estados Unidos, que con el fracking pasó a convertirse en un rival a tener en cuenta. Desde entonces, el precio del crudo se ha desplomado casi un 70%, pero la producción mundial sigue en máximos y los analistas no ven que la solución esté próxima. “La OPEP ha perdido su poder para chantajear al resto de economías. Con la entrada de los nuevos agentes, la influencia del cártel es mucho menor”, sostiene Daniel García, analista de XTB.
En este marco, un nuevo conflicto se desató el día 2 de enero con la ejecución del clérigo chií Nimr Baqir al Nimr por parte de las autoridades de Arabia Saudí, un país regido por los suníes. La respuesta de Irán, de mayoría chií, se materializó ese mismo día con revueltas que derivaron en el incendio de la embajada saudí en el país. Ahora, con los vuelos suspendidos y las relaciones diplomáticas cortadas, los inversores contienen la respiración al ver que el pulso se traslada ahora a las industrias petroleras que sostienen las economías de los dos países.
Producción al máximo
Arabia Saudí ha presentado un importante déficit público (89.000 millones de euros), pero sigue abanderando la postura inmovilista de la OPEP.
Rusia produce en niveles récord, lo que, unido a la depreciación del rublo, le permite colocar importantes cantidades de crudo y limitar las consecuencias.
Estados Unidos ha levantado las restricciones a las exportaciones de petróleo que mantenía desde 1975 con el objetivo de aliviar la saturación de su mercado.
Ayer ya dieron comienzo las hostilidades en este terreno. Arabia Saudí, que había subido el precio del petróleo a los compradores asiáticos, ofreció una rebaja considerable a los países europeos que, antes de las sanciones, compraban petróleo iraní. Irán volverá a exportar este 2016, pero Arabia Saudí parece querer ponerle difícil el ganar cuota de mercado, incluso a costa, una vez más de un oro negro todavía más barato.
Aunque desde Link Análisis descartan de momento que la tensión vaya a más y concluya en un enfrentamiento directo, sus analistas explican que “la ruptura de relaciones entre ambas potencias petroleras hace más difícil que se llegue a un acuerdo en el seno de la OPEP, lo que puede provocar nuevas caídas en el precio del crudo ya que es muy probable que cada uno de estos países mire por sus propios intereses”.
Arabia Saudí es el mayor productor de crudo de la OPEP e Irán el quinto, lo que implica que, cualquier acuerdo que cuente con la oposición de uno de ellos tendrá efectos muy limitados. Los expertos coinciden en que el altísimo nivel de stock de oro negro, generado por la brecha entre la oferta y la demanda de los países productores, servirá de colchón para evitar que se dispare la alarma en caso de que el crudo en el mercado se redujera repentinamente.
En diciembre, la Agencia Internacional de la Energía emitió un informe en el que sostenía que el nivel de producción actual llevará a los inventarios de petróleo estadounidense a un crecimiento constante a lo largo de todo 2016. Este stock, que actualmente se encuentra en niveles récord, es la prueba de que la política de la OPEP no está, por el momento, surtiendo el efecto deseado.
“Aunque el fracking que lleva a cabo Estados Unidos puede tener unos costes más elevados, es una técnica que permite que, al mismo tiempo, se obtenga gas natural, lo que la hace más rentable de lo que se podría esperar”, concluye García.
Aumenta la volatilidad en el precio del petróleo tipo Brent
El precio del barril de Brent, cotizado en el mercado de Londres, se encuentra sumido en una espiral de extrema volatilidad en los últimos días. Si ya quedaba poco de aquel valor refugio en el que tanto confiaban los inversores, el inicio de 2016, con la escalada de tensiones entre Arabia Saudí e Irán, ha acabado por disparar la incertidumbre que le rodea. En la sesión del lunes, la primera tras conocerse el nuevo conflicto en Oriente Medio, el precio del crudo de tipo Brent comenzó la mañana recuperando terreno con un alza del 4,59% que le llevó prácticamente hasta los 39 dólares, una cifra que no se alcanzaba desde principios de diciembre.
Pero pronto cambió el signo de la cotización del oro negro. Sin nueva información sobre el tapete, el considerado rey de las materias primas se dio la vuelta a media sesión y llegó a ceder más de un 1,37%. En total, algo más de un 6% entre los máximos y los mínimos de la jornada, lo que supone una prueba más de la intensa volatilidad.
Como todo valor sumido en la incertidumbre, el petróleo se mueve violentamente al alza o a la baja, magnificando cualquier pequeña cifra o rumor. El principal inconveniente es que la influencia del petróleo es enorme y es capaz de cambiar el signo de una sesión bursátil. Desde octubre, los analistas han podido apreciar cómo los índices han bailado al son que tocaba el precio del oro negro.
Incluso los mercados importadores de petróleo, como el español, están sufriendo los bandazos del precio del crudo. La incertidumbre que genera a su alrededor el crudo asusta a los inversores a pesar de los innegables beneficios en forma de menor coste energético para las empresas.
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