_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una dura y apasionante travesía en el desierto

Cruzarlo o no cruzarlo. Se cumplieron lo que las encuestas pero también los propios partidos sabían y en cierto modo temían. La incertidumbre es hoy una certeza, una realidad. España deja atrás el bipartidismo aplastante que han protagonizado las últimas décadas. Entre los dos partidos hasta ahora dominantes y los únicos que han protagonizado cuatro mayorías absolutas alcanzan sin embargo el 50% de los votos. Se dejan no obstante más de 80 escaños y varios millones de votos. El turnismo se derrumba. Veremos si en las próximas generales se consuma esta tendencia. Los emergentes llegaron para quedarse. Algo épico habida cuenta de que terceros partidos con fuerza y peso electoral y representativo nunca lo habían logrado y éstos lo han hecho en apenas un año y año y medio respectivamente.

Esta vez no todos ganan en la noche electoral. Luces y sombras y muchas incertidumbres. Pero no confundamos democracia con inestabilidad y el miedo propio o infundado a ésta última. Todo es posible, como el buen gobierno y el desgobierno. El pacto y la ruptura, incluso la repetición de comicios. Espadas en alto en las primeras horas del día 21. El que todos esperaban. Y donde la presión y el regate o finta está presente. Nadie negará el derecho a quién ganó las elecciones, pese al castigo, a intentar formar gobierno. Incluso alguno empujarán a una suerte de pactos entre socialistas y populares con la indisimulada intención de fagocitar definitivamente a ambos. La vieja casta conforme a la visión de los que acaban de llegar. Se consuma la fractura o cleavage entre viejo y nuevo, pero también entre derecha e izquierda.

Fuerte castigo al partido del Gobierno. Durísimo castigo. Más de tres millones y medio de votos y un tercio de diputados. Se preveía y lo preveían. Castigo y retroceso también a los socialistas. Tocan un suelo aciago y agrio, con un sentimiento de derrota moral. E irrupción de Podemos con una fuerza nada desdeñable. Es el gran tirunfador sin duda. De cero a casi 70. La última semana creció en las encuestas y lo ha mantenido en urnas. Lo mismo que se ha ido desinflando Ciudadanos. Fiasco para éstos pues las expectativas eran otras bien diferentes. Errores de campaña y ausencia total de estructuras y candidatos a nivel nacional han pesado y mucho respecto a las expectativas.

Comienza una dura pero apasionante travesía en el desierto para los partidos y la política, esta vez sí, la política con altura, con mayúsculas, sin rodillos ni abusos permanente del decreto ley. Esta vez sí las reformas llegarán y esperemos que consensuadas. Pero también los brindis al sol y alguna que otra demagogia y declaración de intenciones tan fútiles como estériles. Los pactos y las combinaciones de Gobierno y el cómo de éstas marcarán los próximos días. A día de hoy el Partido Popular tiene muy cuesta arriba gobernar. Pero no imposible. El precio o coste de esta gobernanza será otra cuestión.

Ciudadanos ya no es bisagra hacia su gobierno. Sí un puntal incierto e intermitente. No son el árbitro de la situación. Cuestión distinta es una abstención de estos que permita un gobierno de izquierdas o uno de derechas en una insoportable minoría. Impensable un pacto socialistas populares con los dos actuales protagonistas. Más ¿qué sucedería si ambos renunciasen y fuera presidente otro? Todo está abierto. Demasiado abierto.

Gobierne quien gobierne, cada acción, decisión, ley tendrá que consensuarse y buscar ampliamente apoyo en las Cortes. Y quiénes no toquen gobierno deberán, esta vez sí, regenerarse de verdad, pero sin maquillajes. España cambia de percepción política pero también una nueva generación pide paso. Hace siete años escribíamos como “esta crisis y la corrupción que es negada con tanta vehemencia por unos y recordada por los otros, se llevará por delante al actual presidente y probablemente al siguiente, su sucesor”. Lo que no sabíamos es que haría revolucionar e implosionar al sistema mismo de partidos.

Populares y socialistas presentan sus peores resultados en muchos años. Época fraga y su techo y peores resultados para los socialistas en esta historia democrática. Ha ganado el Partido Popular, sin duda, pero nunca una victoria puede ser tan amarga y agria. Claro ganador pero sin la holgura de antaño.

Los socialistas con un pésimo resultado salen mejor parados de lo que ellos mismos creían. Y Podemos se convierte en un protagonista de primera fila. Ciudadanos solo fue pero no lo que aspiraba a ser.

Regenerar España y la sociedad, romper la lacra de la corrupción y gobernar son retos titánicos. Travesía en el desierto.

Abel Veiga Copo es profesor de Derecho Mercantil en Icade.

Archivado En

_
_