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El BCE ha pedido a la banca española que incorpore a más mujeres en sus consejos

Un paso más de La Caixa hacia su conversión a un modelo estándar

Vista de la escultura del euro durante su proceso de renovación frente a la antigua sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania. EFE/Archivo
Vista de la escultura del euro durante su proceso de renovación frente a la antigua sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania. EFE/ArchivoEFE

No hay escapatoria. Varios, por no decir casi todos los banqueros europeos se quejan de que el Banco Central Europeo (BCE) no termina de explicar con suficiente certidumbre sus exigencias a corto y medio plazo. “No hay un manual o metodología a la que podamos agarrarnos para conocer exactamente el modelo o exigencias que quiere el BCE”, se quejaba hace unas semanas un banquero.

El subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy, en un discurso pronunciado el pasado miércoles sobre la unión bancaria, también dejó caer de forma sutil más de una crítica sobre este mismo asunto. Pidió que se acortara “en lo posible la transición” entre la regulación de los distintos países europeos en un tema tan importante como es la política microprudencial. El motivo, como aclaró Restoy, es que “las entidades conozcan con suficiente certidumbre las exigencias de su supervisor a corto y medio plazo y puedan, de este modo, diseñar con eficacia sus actuaciones estratégicas y de gestión”.

El directivo del Banco de España también criticó las diferencias en las prácticas supervisoras al provocar “heterogeneidad en el perfil profesional de los empleados de las distintas autoridades que ahora comparten misión en el seno del MUS (Mecanismo Único de Supervisión). Y aprovechó para alabar la labor supervisora del Banco de España, frente a otras, al dar “una importancia elevada a la vigilancia del rigor de la información financiera y de los modelos utilizados para el cálculo de los activos ponderados por riesgos”. Y pidió que fuesen precisamente las exigencias españolas “las que formen parte del modelo común que el MUS adopte y aplique de manera homogénea a todas las entidades”.

Sus mensajes toman mayor relevancia aún si se tiene en cuenta que se producen una semana después de que la Autoridad Bancaria Europea (EBA) cometiera un sonado error en el cálculo de los ratios de solvencia de los bancos españoles al rebajarles en un punto porcentual este índice, lo que supuso una rectificación de esta institución un día después.

Se da la circunstancia de que uno de los principales cometidos de la EBA es “mejorar el funcionamiento del mercado interior asegurando una supervisión y una regulación adecuadas, eficientes y armonizadas a escala europea”, según reza la propia institución en su página web.

Pero volviendo a las exigencias del BCE, parece que lo que sí ha quedado claro es que al supervisor europeo no le gusta el modelo de las cajas de ahorros, algo que no es noticia, pero en lo que insiste. Eso sí, si las cajas de ahorros son alemanas las críticas se diluyen, o eso dicen. La Caixa ha tenido muy presente los criterios del BCE que se han incluido en las recomendaciones que ha realizado el supervisor europeo a la entidad para acelerar la reorganización de sus participaciones, ya incluido en su plan estratégico 2015 a 2018.

El jueves comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) una operación intragrupo muy significativa. CaixaBank ha vendido a Criteria (cabecera del holding) sus participaciones del 17,24% en la entidad de Hong Kong The Bank of East Asia (BEA) y del 9,01% del mexicano Grupo Financiero Inbursa (GFI), su principal accionista, por 2.651 millones de euros, su actual valor de mercado.

Criteria pagará la operación mediante la entrega del 9,9% de acciones de CaixaBank, valoradas en 2.009 millones, y el pago en efectivo de 642 millones.

Con esta operación el grupo apuntala más su transformación en un banco tradicional, con un modelo estándar, concentrado en España, a la vez que reduce considerablemente el consumo de capital por dichas participaciones (son las que más consumen). Pasa del 16%, como cerró en 2014 al 8,1%, con lo que se adelanta en más de un año a lo fijado en su plan estratégico. Pero además, reduce al 52% el peso de Criteria en CaixaBank al amortizar ese 9,9% de títulos propios que recibirá.

Este porcentaje se diluirá al 48,9% en 2017 en un canje de bonos previsto ya.

De esta forma, la Fundación La Caixa baja del 50% su peso en el banco, algo que está impulsando el BCE. Pese a ello, La Caixa no pierde el control, aunque todo apunta a que a medio plazo diluirá más su participación en su banco. La entidad que preside Isidro Fainé vuelve así a marca el camino al resto de las antiguas cajas de ahorros, Ibercaja, Unicaja, Abanca y Kutxabank –esta última más reacia a dar el salto final para convertirse en un banco cotizado–.

El movimiento, además, fija otra derivada. CaixaBank se consolidará en España y Portugal antes de realizar una operación significativa en el resto de Europa. En su mercado doméstico aún tiene previsto crecer con compras, y en Portugal parece que se vuelve a abrir la puerta para conseguir su objetivo frustrado este verano, quedarse con el 100% del luso BPI, banco en el que controla el 44%.

Tras el fracaso de la ofertan pública de acciones (Opa) que presentó en primavera por BPI, todo indicaba que CaixaBank vendería su participación, incluso se especuló con la venta a un grupo chino.

El hecho de que el Banco Central Europeo haya dado de plazo a BPI hasta marzo de 2016 para salir de Angola y vender su participación del Banco de Fomento Angola (BFA), donde tiene el 50,1%, parecía que no influiría en la decisión de CaixaBank más proclive a vender su participación lusa al no poder hacerse con la totalidad de su capital. Ahora, sin embargo, podría abrirse una puerta a cambios para que la familia Do Santos no tenga tanta influencia en el accionariado de la entidad lusa, pese a sumar menos de la mitad de las acciones que controla el grupo español.

De ser así, La Caixa podría lograr su objetivo, aunque un año después de lo planificado. Precisamente esta participación de BPI es una de las que CaixaBank mantiene en su balance, tras la reorganización comunicada el jueves pasado.

Por cierto, uno de los grandes retos que aún tiene Europa es justo el de que se produzca la unificación del sistema financiero en el Viejo Continente. La importancia de este sector, el único que tiene como producto a la divisa europea, el euro, es clave. “No puede haber unificación sin operaciones transfronterizas. No es lógica una Europa en el que una de sus principales industrias, la financiera, sea doméstica. En el resto de los sectores productivos se han llevado a cabo ya grandes operaciones corporativas. En banca no”, recuerda un experto en el sector.

Y añade que, curiosamente, el único país del continente en el que la banca española ha realizado grandes operaciones, y de una forma u otra están presentes los grandes bancos (Santander y Sabadell con filiales bancarias; BBVA a través de la compra del 30% del banco digital Atom; y CaixaBank mediante una sucursal operativa que acaba de solicitar), es en Reino Unido. “Justo un país que está fuera de la zona euro”. Solo falta Popular.

Varias fuentes financieras aseguran que el salto se dará a finales de 2016 o principios de 2017, una vez que se aclare qué bancos han podido resistir el envite de una aún débil economía y de unos tipos de interés bajo mínimos históricos.

Y siguiendo con las recomendaciones que ha realizado el BCE a la banca española destaca la de mejorar su gobierno corporativo con la inclusión de más consejeros independientes y la de ampliar los debates en los consejos. El supervisor europeo pretende que los equipos que vigilan la actuación de los directivos sea cada vez más profesional.

El organismo que preside Mario Draghi también ha pedido a las entidades financieras españolas que fichen más mujeres para sus consejos. El supervisor europeo ha detectado un predominio casi absoluto de la presencia masculina en los máximos órganos de gobierno de los bancos

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