Square se queda pequeño
Los inversores bursátiles han cogido con lazo la Square para domesticar el unicornio, esa especie de empresas privadas de Silicon Valley que valen más de 1.000 millones de dólares (unos 930 millones de euros). La firma de pagos de Jack Dorsey ha fijado el precio en 9 dólares por acción, por debajo del rango de 11 a 13 dólares por acción indicado hace dos semanas. Un ejecutivo infiel, el aumento de la competencia y las pérdidas sustanciales proporcionado munición a los gestores de fondos de inversión de la vieja escuela que exigen grandes descuentos a valoraciones privadas elevadas.
La OPV valora el precio de salida a bolsa de Square en 2.900 millones de dólares. Eso significa que la empresa tiene ahora un valor un 56% inferior a los 6.000 millones de dólares alcanzado en su ronda de financiación privada hace un año. Los retos de la compañía explican la caída. Por ejemplo, Starbucks anunció recientemente que ya no utilizará Square para procesar sus pagos con tarjeta de crédito, eliminando un 11% de sus ingresos e incrementando los temores de que crecer será difícil –aunque la firma de Dorsey gastó más de lo que ganó con el negocio–.
Por otra parte, las pérdidas de la compañía aumentaron a 131 millones de dólares en los tres primeros trimestres de 2015. Se enfrenta a la competencia creciente de los poderosos Apple, Samsung, numerosas nuevas empresas y, más recientemente, de los bancos tradicionales y otros jugadores en el mundo de los pagos como Verifone que están haciendo cada vez las cosas mejor. En algunos casos ha dejado a Square en la incómoda posición de ponerse al día. Además, Dorsey también dirige Twitter, lo que sería trabajo suficiente para la mayoría de los mortales. Además, Square solo ofrece una participación del 10% (vender solo una parte tiende a elevar el precio).
El caso de Square indica que otras grandes empresas de Silicon Valley cuyo valor se basa en la esperanza, en lugar de ganancias sólidas y crecientes, pueden enfrentarse a una fría recepción.