Las nuevas tecnologías revolucionan las aulas
Lejos quedaron los tiempos en los que los profesores de biología llevaban el órgano de un animal al colegio para que sus alumnos lo diseccionasen. Tan lejano como esos años en los que una maqueta de esqueleto humano cogía polvo en la esquina del aula hasta que era utilizada para estudiar anatomía, o en los que había que golpear dos borradores entre sí para quitar las partículas de tiza. Estos avances los han propiciado, en buena parte, las nuevas tecnologías que, poco a poco, han ido haciéndose un hueco en todos los sectores de la sociedad. De todos ellos, los colegios e institutos han sido unos de los destinatarios, y la innovación tecnológica ha impulsado un cambio a nivel educativo en todos los niveles, que empezó con la informatización de las aulas en la década de los noventa, pero que no se sabe cuándo ni cómo acabará, debido al enorme abanico de oportunidades que ofrece.
Muchas empresas tecnológicas son conscientes del camino que ha tomado el sector educativo y, conscientes de que es imparable, han comenzado a desarrollar y presentar unos proyectos, con el objetivo de ocupar un lugar en las clases y pasillos de los centros de estudio. “No hay que olvidar que los alumnos de hoy son nativos digitales, y para ellos, el uso de dispositivos móviles o la interacción online son cosas naturales”, apunta Félix Serrano, director del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación (INTEF), que explica que el cambio hacia la digitalización debe llevarse a cabo poco a poco, sin tenerle miedo. “De nada sirve prohibirle a un alumno tener el móvil en clase, ya que es la herramienta que va a utilizar más adelante para casi todas sus labores”. Lo que se debe hacer, afirma, es aprovechar el potencial tecnológico y llevar sus beneficios al ámbito educativo.
Cautivar al profesorado
Una de las mayores trabas que los avances tecnológicos encuentran en su camino a las aulas es el rechazo y el recelo de los profesores, y tal y como comenta Carlos Casado, responsable de producto y formación de Promethean en Iberia. “Sin un personal docente preparado, los avances no se aprovechan”.
La inmensa mayoría de los docentes, a diferencia de sus alumnos, no ha nacido rodeada de tecnología, y el miedo y la poca soltura en el manejo, muchas veces, lastran el proceso. La solución podría pasar, apuntan varios expertos, por ofrecer al profesorado mecanismos tecnológicos que hagan más fácil su trabajo y les animen en el uso de las nuevas tecnologías.
En este sentido, algunas empresas como Canon han comenzado a desarrollar utensilios que hagan más cómoda la labor del docente, como proyectores y pizarras que permiten interactuar en cualquier pared de la clase o un escáner que corrige los exámenes tipo test, quitando trabajo al maestro.
La programación es uno de los puntos clave, y para ello, algunas compañías especializadas en robótica, como Aldebaran o SoftBank Group han adaptado sus productos para utilizarlos de forma didáctica. Algunas editoriales se han adaptado a estos cambios. Así, por ejemplo, Santillana ha desarrollado el proyecto educativo Saber Hacer, donde se aplican las nuevas tecnologías a la enseñanza. Otra pieza destacada de la citada editorial es Aula Virtual, una herramienta que ofrece todos los contenidos, recursos y herramientas para la enseñanza digital, y en la que profesores y alumnos cooperan en el proceso educativo.
Otro ejemplo lo explica la pedagoga Gloria Santaeulària, de Vicens Vives, quien asegura que los robots pueden ser una de las soluciones, ya que “con diferentes aplicaciones, los alumnos pueden crear secuencias, movimientos o frases que la máquina puede repetir, para ello necesitan saber programar”. Es una forma diferente de acercar esta disciplina al estudiantado más joven, que, además, lo aprende con más ganas y le sirve como motivación.
Una de las innovaciones tecnológicas que más están revolucionando el sector educativo son las impresoras 3D. España, con la Comunidad de Madrid al frente, es pionera en el diseño de un plan para dotar de esta tecnología a los centros de educación secundaria, con al menos una impresora en tres dimensiones por instituto. “Las ventajas son infinitas, ya que permite visualizar y plasmar cualquier cosa que uno se imagine”, explica Juan Antonio Edo, de Colido.
Este tipo de impresión puede utilizarse para en los campos. Tal y como comenta Edo, se puede imprimir un hueso a tamaño real para una clase de medicina, “o el mismo hueso con una fractura, tal y cómo queramos que sea”. Los estudiantes de Biología pueden crear un corazón humano diseñando todas las piezas, “o imprimir un cuerpo humano, parte por parte, hasta reconstruirlo entero en una clase de anatomía”. También hacen más fácil el trabajo de ingenieros y arquitectos, al reproducir sus trabajos a tamaño real.