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Columna
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El auténtico test de estrés a Tsipras

Un test de estrés ha terminado, pero se avecinan muchos más. Alexis Tsipras recibió buenas noticias en el fin de semana cuando la prueba mostró que los principales bancos griegos tienen que aumentar su capital en 14.400 millones de euros. Pero el primer ministro griego de izquierdas tiene que implementar medidas más duras antes de poder hacer que la economía crezca. Hasta entonces, se enfrenta a riesgos políticos, que podrían devolver a Grecia a la crisis.

La evaluación del Banco Central Europeo encontró que los cuatro bancos –Alpha Bank, Eurobank, Banco Nacional de Grecia y el Piraeus Bank– tienen un déficit de capital conjunto de 14.400 millones de euros en el llamado escenario adverso. Eso es menos que el máximo de 25.000 millones de euros destinado a la recapitalización de los bancos como parte del último programa de rescate de Grecia. Además, los bancos solo tendrán que recibir alrededor de la mitad de esa cantidad en concepto de ayuda estatal. El resto probablemente puedan conseguirlo mediante el canje de la deuda en capital social, emitiendo acciones a inversores privados y vendiendo activos.

Los cuatro principales bancos tienen una muy buena oportunidad de elevar el capital mínimo requerido y evitar ser nacionalizados por el Estado griego. Necesitan recaudar 4.400 millones de euros para evitar ese destino.

Siempre que los bancos puedan encontrar ese capital necesario del escenario base, el Estado griego proporcionará el que no puedan conseguir en el escenario adverso. Empleará el dinero prestado por sus socios de la zona euro en comprar una mezcla de acciones y bonos convertibles contingentes. No es seguro que los cuatro bancos vayan a ser capaces de reunir ese capital por sí mismos.

Lo que podría distraer la atención de las recapitalizaciones serían los signos de que Atenas está tiene dificultades en otras partes del programa de rescate. Si los bancos entonces tienen que depender totalmente de la ayuda estatal, eso no solo incrementará la deuda griega. Puede que todo el ejercicio de recapitalización se prolongue más allá del plazo de fin de año.

El efectivo del último programa de rescate al país solo fluirá si Grecia alcanza más metas

Tsipras necesita seguir funcionando para evitar un golpe a la confianza. Y hay otras razones por las que no puede permitirse el lujo de relajarse.

El efectivo del último programa de rescate solamente fluirá si Grecia alcanza más metas. La primera dosis de 2.000 millones de euros se empleará en parte para pagar el dinero que Atenas debe el sector privado. Esta inyección contribuirá a contrarrestar las subidas de impuestos y recortes de gastos que el gobierno está teniendo que poner en práctica y que sacan dinero de la economía. Pero para conseguir este dinero, se supone que Tsipras debe aplicar 49 medidas que hasta ahora ha retrasado.

El premio más grande, sin embargo, es el alivio de la deuda. La zona euro ha acordado considerar una reducción de la carga de la deuda de Atenas –probablemente alargando el período que tiene para pagar lo que debe–. Pero solo iniciará las negociaciones cuando el país reciba un aprobado en la primera revisión del nuevo programa de rescate.

Para recibir un pulgar hacia arriba, Tsipras tiene que implementar un segundo paquete de medidas de reforma, así como acordar recortes en el presupuesto para los próximos tres años. Aunque los detalles aún no se han establecido, lo más probable es que sean políticamente difíciles. Por ejemplo, los agricultores tendrán que pagar mayores impuestos y serán necesarios grandes recortes en las pensiones para compensar un fallo judicial que declaró la inconstitucionalidad de las reducciones anteriores.

También se supone que Atenas tiene que fortalecer la independencia de la autoridad fiscal. El mes pasado Tsipras despidió a su jefe.

Las medidas que el gobierno ha impulsado ya están causando una reacción violenta. Los agricultores amenazan con llevar sus tractores en Atenas y los farmacéuticos están en huelga. A medida que el primer ministro impulse las medidas más impopulares, algunos de sus parlamentarios podrían abandonarlo y él podría perder su estrecha mayoría. A continuación, podría tener dificultades para armar una nueva coalición ya que los partidos de la oposición desconfían de él.

La mejor apuesta de Tsipras es avanzar ahora lo más rápido que pueda. Así, los acreedores pueden recompensar sus acciones, dándole algo de alivio antes de que se enfrente a más test de estrés de los suyos.

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