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Columna
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Ganar dinero sin acuñar

Irlanda quiere que los compradores utilicen menos las monedas de bajo valor, que puede costar más al acuñar de lo que valen. El efecto secundario puede ser algo de psicología inflacionaria –justo lo que banqueros centrales de todo el mundo intentan fomentar–.

Desde el 28 de octubre, los consumidores que paguen en efectivo en Irlanda verán las facturas redondeadas a los cinco céntimos de euro más cercanos. Aún se podrá pedir el cambio exacto si se quiere y las monedas de uno y dos céntimos de euro seguirán siendo de curso legal. Pero el objetivo es acuñar menos monedas de estas, que con frecuencia acaban en tarros o entre los cojines de los sofás.

Irlanda se ha hartado después de emitir suficientes monedas de uno y dos céntimos de euro como para hacer una torre que se extendería 4.000 kilómetros hacia el espacio exterior. Acuñar las primeras cuesta 1,65 céntimos y las segundas 1,94. Embalaje, transporte, almacenamiento y otros costes de distribución y recirculación para los bancos y los minoristas tienen que ser sumarse al precio.

De acuerdo, Irlanda no es pionera. Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Hungría, los Países Bajos y Suecia ya tienen algún tipo de política de redondeo y Canadá ya anunció planes para eliminar sus centavos en 2012. Pero el momento es ideal dada la escasez de las presiones en los precios.

Siempre que se habla de redondeo, los consumidores tienden sospechar que las tiendas podrían empujar al alza los precios para asegurar que cifras se redondean más hacia arriba que hacia abajo. Esta fue la visión en la ciudad irlandesa de Wexford, donde se probó la nueva política.

Seis de cada 10 adultos en la ciudad esperaban que esta tuviera un impacto inflacionario antes de la prueba. Después, la proporción solo se redujo a alrededor de uno de cada tres a pesar de que se no encontraron evidencias de alzas de precios relacionadas con el redondeo.

El momento podría ser útil. Los bancos centrales de la zona euro y otros lugares están desesperados por hacer subir la inflación y las herramientas monetarias tradicionales no están funcionando. Fomentar una mentalidad algo más inflacionaria es un comienzo útil. Puede que deshacerse de estas monedas se popularice.

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