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Japón y el yen

La desaceleración de China, la segunda economía mundial, y la débil demanda interna continúan presionando a la baja a la economía japonesa. Como era de esperar, las autoridades del país (¡que extraño! ¿no?) consideran que, por el momento, estos efectos son limitados pero sin embargo no dejan de alentar el debate sobre la necesidad de una ampliación del QE por parte del Banco de Japón.

Como siempre, la mágia del "doblepensar" orweliano (o la capacidad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente y crearlas ambas ciertas) llega a su máximo apogeo en los momentos de decadencia de un sistema.

Ayer vimos como el crecimiento anual de las exportaciones de Japón se desaceleró por tercer mes consecutivo en septiembre, una preocupante señal de que las ventas al extranjero siguieron lastrando a la expansión económica el último trimestre, lo que aumentó los temores de una recesión en el país. Datos del Ministerio de Finanzas mostraron que las exportaciones crecieron apenas un 0,6 % (se esperaba un 3,4%) frente al +3,1% del mes anterior. La cifra representa la tasa de crecimiento más baja desde agosto de 2014. Del mismo modo, las importaciones descendieron de manera acusada: -11,1% interanual, pero fue una caída menor a la esperada que era del -11,4%, reflejando la caída de los precios del petróleo. El mes anterior las importaciones 3,1% y la de este mes es la novena caída interanual consecutiva.

Por países, las exportaciones a China cayeron un 3,5% en septiembre en tasa interanual, segundo mes consecutivo de caída y fomentadas por los menores envíos de crudo ligero y partes de vehículos. Los envíos a Asia, cerca de la mitad de las exportaciones totales de Japón, cayeron un 0,9 %, su primer descenso en siete meses.

Las exportaciones a EEUU, un importante comprador de productos japoneses, crecieron un 10,4 % (por las ventas de coches) frente al 11,1 % en agosto. La balanza comercial registró un déficit de 114.500 millones de yenes (840 millones de €), frente al superávit de 84.400 millones de yenes (620 millones de €) previsto por el mercado.

Los datos de ayer son el primer gran indicador de septiembre y forman parte del cálculo del PIB del tercer trimestre. Recordemos que la economía japonesa tuvo un crecimiento negativo del 1,2 % en el segundo trimestre (revisado en septiembre desde el -1,6% inicialmente anunciado). Y hay señales que apuntan a que la contracción del PIB no cederá en los últimos 2 trimestres del año.

Los datos de la economía de Japón son desoladores. A pesar de la agresividad de las políticas del Banco de Japón, la tasa interanual de IPC subyacente (excluye los alimentos y la energía) sigue sin crecer. En agosto disminuyó -0,1 %. Es la primera vez que registra números negativos desde abril de 2013. La producción industrial se desploma y el consumo de las familias no resulta suficiente para para elevar la demanda interna. La deuda pública ya casi supera 250 % del PIB. Con todo ello, la agencia Standard & Poors a mediados del mes pasado no tuvo alternativa que disminuir la calificación de la deuda soberana del país asiático de A+ a AA-.

El gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, sostuvo que la caída de la actividad económica es transitoria y echó la culpa del fracaso del plan Abenomic al desplome del precio petróleo y la drástica desaceleración de China.

Todo parece jugarse a la baraja de las exportaciones que con la devaluación del yen de hace ahora poco más de un año, las ventas al exterior están mejorando con respecto a sus principales competidores. Lo mismo ocurre con Alemania, otro país que con las políticas del BCE ha visto depreciar artificialmente al EUR. Ambos representan los, hasta ahora, ganadores en la "guerra de divisas". China se les ha unido recientemente en agosto pasado. ¿Cuánto tiempo tardará EE.UU. en entrar al juego?

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