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El veredicto de Bruselas, previsto para esta semana, contendrá las dudas sobre el déficit

El desbarajuste de la Comisión con las cuentas españolas

En materia de déficit público, el Gobierno de Mariano Rajoy termina la legislatura como empezó: con una estrambótica pelea con la Comisión Europea a cuenta del proyecto de Presupuestos. Esta vez, sin embargo, Bruselas ha perdido los nervios. Y aunque sus objeciones de fondo parecen tan bien fundadas como en 2012, la Comisión ha provocado ahora un desbarajuste tan bochornoso que su credibilidad ha salido mucho más dañada que la del Ejecutivo español.

La Comisión intentará reconducir el fiasco esta semana, dando luz verde al dictamen en el que cuestiona el proyecto de Presupuestos Generales y la consecución de los objetivos de déficit marcados para este año y el próximo.

El dictamen seguirá conteniendo las dudas de Bruselas aireadas con tono muy duro la semana pasada por el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.

Las previsiones de la Comisión avalan las palabras de Moscovici. Pero la dureza del comisario con España contrasta con su manga ancha con Francia e Italia. Y la gestión del expediente ha sido tan desastrosa que la Comisión tuvo que paralizar la semana pasada la aprobación del dictamen y el comisario ha sido desautorizado hasta por el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, erigido desde 2010 en la autoridad presupuestaria de facto de la zona euro.

El grave tropiezo de la Comisión ha disparado las acusaciones sobre la adulteración política de la vigilancia presupuestaria, un ejercicio teóricamente objetivo y tecnocrático. El hecho de que el comisario de Econoía sea socialista y el Gobierno de Madrid popular ha dado aun más pábulo a esa interpretación, según la cual, Moscovici adelantó y endureció el varapalo a la política económica española para neutralizar la baza electoral que Rajoy pretendía ganar con la presentación por adelantado del proyecto de Presupuestos.

La jugada, sin embargo, le ha salido peor a la Comisión Europea, pues ha quedado claro, por si había alguna duda, que la aplicación del Pacto de Estabilidad no es en absoulto un ejercicio serio y riguroso, sino un regateo político entre 28 comisarios (la mayoría del PP en esta Comisión), dispuestos a hacer la lectura de los datos más conveniente en cada momento. Esa politización a nivel europeo contrasta con la existencia a nivel nacional de organismos supuestamente neutrales encargados de revisar los presupuestos.

En España se trata de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal. Ese organismo avaló el pasado mes de julio el proyecto de presupuestos del Gobierno, aunque dudó de su optimsmo en cuanto a la creación de empleo y la inversión. La Comisión también cree que el Gobierno peca de optimismo, sobre todo en las previsiones de crecimiento para 2016. Bruselas calcula, además, que este año el objetivo de déficit (4,2%) se rebasará en trés décimas y el de 2016 (2,8%) en otras siete décimas. Un desfase total de 10.000 millones de euros que Moscovici ha intentado que no pase desapercibido en la próxima campaña para limitar el alcance de las promesas electorales y dejar claro que el próximo Gobierno todavía deberá llevar a cabo importantes ajustes, bien en forma de recortes o de subidas de impuestos.

Pero el enfado de Bruselas con Madrid no se debe tanto a las discrepancias en las cifras, relativamente menores, como a la costumbre de Rajoy de adaptar el calendario presupuestario a sus necesidades electorales.

En 2012, la CE ya acusó a Rajoy de retrasar innecesariamente la presentación de las cuentas para no perjudicar las perspectivas electorales del PP en Andalucía (estrategia que, en todo caso, no inpidió que el PSOE siguiese gobernando en Sevilla). Ahora, Bruselas sospecha que otro cálculo electoral ha llevado al Gobierno a presentar por adelantado los Presupuestos Generales.

En esta ocasión, según el dictamen de Bruselas, el juego de fechas deja sin sentido el ejercicio de supervisión porque obliga a la Comisión a pronunciarse sin disponer todavía de las cuentas del ejercicio en curso.

El Presupuesto remitido por Rajoy da por cumplido el objetivo de déficit este año, pero solo se basa en datos del primer trimestre para los ayuntamientos y hasta mayo para las comunidades autónomas. El proyecto tampoco ha tenido en cuenta la última revisión de las cifras de déficit de 2014, que muestran que se incumplió por una décima el objetivo de ese año (4,8%). Bruselas sospecha que en 2015 y 2016 los números rojos volverán a derrapar. Y quizá tenga razón. El problema es su falta de credibilidad.

La irrupción de Putin en Siria obliga a la UE a cambiar de estrategia

La Unión Europea intentará esta semana replantear su estrategia en Siria, tras la irrupción del ejército ruso en apoyo del Gobierno del Bachar el Assad, que libra una guerra civil desde hace cuatro años para mantenerse en el poder. Europa, sobre todo París y Londres, y EE UU habían apoyado a la oposición, pero el plan ha derrapado y provocado la aparición en suelo sirio del llamado Estado Islámico. Tras el fracaso, Washington ya ha empezado a dar marcha atrás. La administración Obama canceló el viernes su plan de entrenamiento a las fuerzas de la oposición, después de que el 50% del personal formado se haya pasado al Estado Islámico. La UE, sin embargo, se encuentra dividida, con Francia y Reino Unido empeñados en derribar al régimen de Damasco, mientras que otros socios, entre los que figura España, son partidarios de negociar una salida política que acepte temporalmente la continuidad de Assad.

Los ministros de Exteriores de la UE intentarán hoy en Luxemburgo consensuar una posición. Y si no lo logran, la guerra de Siria dominará la cumbre europea que se celebra en Bruselas este jueves y viernes. Fuentes diplomáticas en la capital europea lamentan que París y Londres no quieran reconocer el error de la estrategia seguida hasta ahora. Y temen que la obsesión por derribar a Assad pueda enquistar y agravar un conflicto que ya ha provocado más de 250.000 víctimas y el desplazamiento y huida de varios millones de personas en un país con 23 millones de habitantes.

La intervención del Gobierno de Putin (que la semana pasada lanzó desde el Caspio 24 misiles contra territorio sirio) puede provocar, además una escalada del conflicto, con Turquía como el socio más vulnerable de la OTAN. Ankara ya ha amenazado a Moscú con represalias comerciales si la aviación rusa viola de nuevo el espacio aéreo turco. Turquía es, además, una de las vías de entrada de gas ruso hacia Europa, por lo que un conflicto entre los dos países podría afectar al abastecimiento energético del club europeo. España y Alemania abogan por un entendimiento tanto con Putin, como con Assad. Aunque sea a regañadientes.

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