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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un otoño con riesgos y oportunidades

China y Estados Unidos se han convertido en dos factores de incertidumbre para los inversores y los mercados. Los riesgos de que el gigante asiático sufra un brusco frenazo en su crecimiento planean desde hace meses sobre los parqués, pese a los esfuerzos de Pekín por utilizar toda la artillería disponible con el fin de mantener las aguas en su cauce. Al tiempo, desde el otro lado del Atlántico, la posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos suba los tipos de interés del dinero por primera vez desde 1996 constituye otro riesgo para la estabilidad de algunas economías, especialmente las emergentes, y para las expectativas de las Bolsas.

Aunque los inversores consideran poco probable que la Fed adopte esa decisión en los próximos días –pese a que la fortaleza de la economía estadounidense da argumentos suficientes para hacerlo–, la abundancia de rumores al respecto se ha convertido en un factor de volatilidad casi más potente que la propia decisión. Una subida de tipos en EE UU propiciará una mayor salida de flujos monetarios en los países emergentes, los más expuestos a los efectos de esta medida. Además, el encarecimiento del dólar tendrá como consecuencia una divisa más fuerte y ello supone una nueva presión bajista para el petróleo y para otras materias primas, lo que perjudicaría a aquellas economías fundadas en la exportación de estos bienes. En cualquier caso, los analistas auguran que la medida de la Fed podría demorarse hasta el mes de diciembre e incluso a marzo del año que viene.

La otra fuente de inestabilidad es la delicada situación que atraviesa China. Las dudas sobre el recorrido que resta al modelo de crecimiento de Pekín, las incertidumbres sobre las herramientas de que disponen las autoridades chinas para estimular el crecimiento, la sangría de flujos monetarios en el país y la coexistencia de tres grandes burbujas –inmobiliaria, bursátil y de crédito– convierten al gigante asiático en un polvorín para mercados y economías.

Con este escenario, los inversores tienen ante sí un otoño que llega con riesgos, pero también con abundantes oportunidades. La mayoría de los analistas consideran que las turbulencias que pueden provocar tanto China como los rumores sobre la subida de tipos de la Fed afectarán principalmente a las economías emergentes y no obstaculizarán la trayectoria alcista que están viviendo los mercados de las grandes economías desarrolladas, esto es, de Estados Unidos y Europa. En los mercados europeos se conjugan en este momento una suerte de factores que permiten augurar el mantenimiento de la estabilidad económica y del crédito a precio asequible. En el caso de España, las incertidumbres derivadas de los interrogantes políticos –las comicios en Cataluña y las elecciones generales– puede rezagar la evolución al alza de la Bolsa española respecto a las de otros parqués, pero no empaña el hecho de que el proceso de recuperación en nuestro país muestra fortaleza, que las grandes compañías españolas han realizado ya los deberes en materia de reestructuración y desapalancamiento y que muchas de ellas se verán beneficiadas por las previsiones de evolución del PIB.

Entre los valores de la Bolsa española que recomiendan los analistas destacan aquellos que se han visto afectados por las caídas de las últimas semanas y cuentan, por ello, con margen de recorrido alcista, además de resultados sólidos sostenibles y escasa o nula exposición a China, Grecia o Brasil. Entre las empresas que muestran un perfil más atractivo en este sentido destacan Ferrovial, Ebro Foods, Aena, Iberdrola, Endesa e Inditex. En cualquier caso, el contexto económico global aconseja meditar con prudencia la elección de los valores y eludir aquellos con mayor presencia en mercados inestables. Pese a la fortaleza que exhibe Europa y Estados Unidos, las dudas sobre China constituyen una sombra que es necesario vigilar, pero contra la que no cabe mucha mayor defensa que mantener la política de apoyo al crédito y los mercados y apostar por una estabilidad política e institucional que permita continuar a Europa con la agenda de reformas que necesita para mantener el crecimiento y favorecer la inversión.

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