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Columna
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La crisis migratoria reaviva la política

La afluencia de cientos de miles de personas de la devastadora guerra de Siria a la Unión Europea está causando enormes divisiones políticas. El resultado podrían ser reacciones violentas contra los inmigrantes y la Unión Europea.

Los números son sólo una parte de la historia. La afluencia de inmigrantes no es tan grande en términos absolutos. Casi 340.000 fueron detectados en las fronteras de la Unión Europea en los primeros siete meses del año, según la agencia fronteriza Frontex regional. Haría falta un aumento de 15 veces en los números para que lleguen a siquiera el 1% de la población de la UE.

Pero la migración se distribuye de forma muy desigual. Grecia, punto de entrada para los la mayoría de los inmigrantes ilegales de Siria y Afganistán, tiene 11 millones de ciudadanos y sus propios problemas económicos. Alemania podría este año recibirá 800.000 solicitantes de asilo, el equivalente a casi el 1% de su población.

Las tensiones se intensificarán a medida que el número de migrantes aumente. Las últimas cifras de Frontex son casi tres veces más elevadas que las del mismo período del año pasado. Y los números de potenciales llegadas son mucho mayores.

Además, las antiguas ansiedades políticas se están reavivando. La inmigración y su impacto económico han desafiado a la UE durante la última década. Después de que el bloque se expandiera hacia el este en 2004, los trabajadores de los países del centro y este de Europa pudieron moverse libremente. Algunos en Europa occidental vieron esto como una nueva amenaza a la seguridad en el empleo y el crecimiento de los salarios. La sensibilidad hacia los nuevos inmigrantes es aún mayor por las secuelas de las crisis financieras y de deuda de la zona euro, que deprimieron la actividad económica, impulsaron el desempleo obligaron a hacer recortes presupuestarios.

La inmigración y su impacto económico han desafiado a la UE durante la última década

Por otro lado, están surgiendo tensiones nuevas. Los países que llevan la mayor parte de la carga están enfrentados contra los que se oponen a las cuotas. Esto está desgastando la unidad de la UE y ha provocado un examen de conciencia sobre los valores y principios de su fundación. Por ejemplo, la política de apertura de fronteras Schengen que se aplica en la mayor parte de la UE se ha puesto en duda.

Los argumentos económicos son difusos. La envejecida población del bloque sin duda podría servirse de la sangre joven. Aquellas personas con 65 años o más representarán el 28% de la población en el año 2060, comparado con el 18% de 2013, según la Comisión Europea. Y aquellas de 80 años o más serán casi tan numerosas como las 14 o menos años de edad.

Además, la OCDE ha encontrado el impacto fiscal de la inmigración tiende a ser pequeño en la mayoría de los países, sobre todo si los estados anfitriones hacen un buen trabajo de integración de los que llegan a su mercado de trabajo. Sin embargo, este tipo de análisis puede funcionar de forma diferente si los inmigrantes son muy jóvenes o sin formación. Convertirlos en miembros productivos de la fuerza laboral tiende a venir con costes iniciales para los países de acogida. Muchos estados europeos no están en una posición ideal para satisfacer esos costes en este momento.

Los riesgos políticos están claros. Partidos anti inmigración, como el Frente Nacional de Francia o el Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP), podrían beneficiarse. También puede haber una reacción en contra de la visión de las fronteras abiertas y responsabilidades compartidas de la Unión Europea.

Los riesgos son particularmente altos en Reino Unidos, que va a celebrar un referéndum sobre la conveniencia de permanecer en la UE. La inmigración se encuentra en lo más alto de la lista de preocupaciones de los votantes británicos. Un mayor sentimiento anti inmigración corre el riesgo de traducirse en un mayor apoyo público para salir de la UE.

La migración podría hacer que otras cuestiones sean más difíciles de resolver. Las tensas discusiones sobre cómo tratar con los migrantes no tienen una relación obvia o inmediata con otras cuestiones, como Grecia y el euro, aquellas en las que los inversores han estado más centrados recientemente. Pero no hay lugar para la complacencia. Los malintencionados argumentos sobre los riesgos de la inmigración se arriesgan a extenderse, esto hará que sea más difícil forjar lazos económicos y financieros más fuertes y necesarios para prevenir futuras crisis.

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