El dividendo empieza a acelerar
El dividendo es, de todos los rendimientos que puede producir una inversión en Bolsa, el que mejor entiende el pequeño inversor. Al mismo tiempo, también es clave para los grandes fondos. Ese amplio espectro convierte a la remuneración por acción en el alma de la Bolsa. Por esa razón es bienvenido el fin de la espiral bajista en la retribución que estamos viviendo ya en este ejercicio. Y es que se ha producido un giro de 180 grados desde que comenzaron las primeras cancelaciones de dividendos, allá por 2009 con Iberia, un periodo de sequía que se prolongó hasta 2012, cuando la anulación del de Sacyr. El hecho de que ambas sociedades hayan anunciado que lo retomarán el próximo año es toda una señal de que la política de dividendos está cambiando para mejor a medida que se supera la crisis.
Este año el total destinado a dividendos por las cotizadas superará los 25.000 millones de euros, una cifra inferior a la del pasado año, pero que se explica por el extraordinario reparto de 15.000 millones que entonces hizo Endesa como parte de su reestructuración societaria. Salvada esta excepción, la política de dividendos vuelve a respirar y, pese a la turbulencias de la renta variable en este agosto, los dividendos crecerán, propulsados por el consistente aumento de los resultados de las empresas del Ibex. De hecho, el desempeño ante sus accionistas de estas, que ofrecen de media un 6%, supera al de otros grandes mercados europeos, como el Dax alemán, que paga el 3%, o el 3,4% del Cac francés, incluso frente al 4% del Euro Stoxx 50.
De aquí a fin de año las compañías del Ibex entregarán más de 6.400 millones de euros, con las grandes de parqué como Telefónica, Inditex, Santander, Repsol y BBVA a la cabeza. Pero la novedad este año llegará de la mano de las socimis. La inclusión de las sociedades cotizadas de inversión inmobiliaria en la lista de compañías que reparten dividendo, que además están obligadas por ley a remunerar a sus accionistas para disfrutar del régimen fiscal favorable que las regula, será más oxigeno para el bolsillo de los inversores en renta variable.
Es significativo también que la mejora de la coyuntura no lleve a tirar la casa por la ventana. Las empresas siguen la evolución de la economía con la prudencia natural derivada de más de siete años consecutivos de crisis económica, y las retribuciones tardarán en despegar en cuantía. No obstante, a favor del dividendo juega un elemento tan importante como la mejora del régimen fiscal que, si todo transcurre según lo previsto, deberá mejorar aún más en el futuro. El aspecto tributario, las nuevas fórmulas de reparto además de la tradicional en metálico, y la llegada de más sociedades repartiendo hacen que el dividendo, además del alma de la Bolsa, vuelva a ser su cuerpo más tangible.