Altamira gestiona ya 28.000 pisos de Sareb
Altamira, la inmobiliaria de Santander que fue adquirida en un 85% por el fondo Apollo, consolida su posición de plataforma independiente con activos de Sareb.
Sareb sigue avanzando en el desarrollo del denominado Proyecto Híspalis que supone el traspaso de la gestión del grueso de su carga, 169.461 activos tóxicos que adquirió a la banca rescatada, a cuatro plataformas inmobiliarias especializadas que se ocuparán de su comercialización durante los próximos años.
En este marco, Altamira, la firma originalmente creada por Banco Santander, anunció ayer que acaba de culminar la toma de control, en cuanto a gestión se refiere, de los activos inmobiliarios adjudicados procedentes de Catalunya Banc, Caja3 y BMN que pesan en el balance de Sareb.
Se trata de un total de 28.000 inmuebles, un tercio de los cuáles se concentran en la provincia de Barcelona –un 4% del total en la capital– y que se reparten también por Zaragoza, Valencia, Sevilla, Málaga, Alicante, Murcia y Madrid.
La comercialización de este lote ha sido asumida en un primer proceso, en tres fases, que ha permitido integrar los inmuebles en el sistema de la firma. A esta operativa le seguirá otra nueva ya en marcha por la que Altamira se hará a lo largo del año con la gestión de la cartera de préstamos inmobiliarios procedentes de las tres entidades anteriormente reseñadas.
Así le corresponde a Altamira como una de las cuatro plataformas vencedoras del concurso abierto por Sareb el pasado año para profesionalizar la gestión de sus activos. En su caso concreto, la firma inmobiliaria terminará asumiendo la gestión de un total de 29.000 millones de euros en inmuebles físicos y en créditos a promotor del balance de Sareb. Esta cifra se sumará a los 26.000 millones de euros que la plataforma ya gestionaba anteriormente de la cartera del propio Banco Santander así como de otros clientes menores.
Para Altamira, la toma de control comercial de los activos del banco malo que le corresponden es un paso crucial. La firma está actualmente en manos del fondo de inversión Apollo, que adquirió el 85% del capital a Santander, con la aspiración de convertirla en un referente en el pujante negocio de las plataformas de gestión de activos inmobiliarios para terceros.
Un mercado que fundamentalmente tratan de repartirse grandes fondos internacionales que han comprado plataformas ya creadas por la banca para esperar a recibir los frutos de la recuperación del ladrillo.
A Altamira, el contrato con Sareb le aporta una doble ventaja en este pulso. Por un lado porque en cuestión de volumen los activos que comercializará para el banco malo suponen más que duplicar la carga que ya venía gestionando. Alcanzará, concretamente los 55.000 millones de euros gestionados a cierre de año.
Pero, ante todo, sus nuevos responsables remarcan que la operación le permite ganar independencia frente a Banco Santander. Aunque la entidad financiera dejó de tener el control de Altamira el pasado año y pasó a conservar solo el 15% de su capital, el banco ha seguido siendo hasta ahora el principal cliente de la inmobiliaria.
Esta condición puede despertar suspicacias entre nuevos potenciales clientes ante el temor a que Altamira, que era una unidad interna de Banco Santander, siguiera operando como si lo fuera. Es decir, que priorizara los intereses comerciales del banco frente a la gestión de los activos de terceros.
Ahora, sin embargo, desde Altamira subrayan que su mayor cliente ha pasado a ser otra firma diferente, Sareb. La sociedad de gestión de activos procedentes de la reestructuración bancaria, cuyo principal accionista es el Estado con el 45% del capital tiene, no obstante, a Banco Santander como el mayor de sus accionistas privados. Con todo, desde Apollo defienden su independencia y confían en que el servicio que se preste a Sareb suponga un reclamo para nuevos clientes en los próximos meses.
El pulso por la gestión del ladrillo ajeno
La gestion y comercialización de pisos adjudicados, o de préstamos inmobiliarios, que han inundado los balances de la banca tras el estallido de la burbuja inmobiliaria se ha convertido en todo un sector de negocio en España. Un mercado que se ha erigido sobre las plataformas que internamente se vieron obligadas a crear las distintas entidades crediticias para tratar de achicar cemento pero que ha terminado profesionalizándose y, en la mayoría de los casos ya en manos de fondos de inversión internacionales, prestando servicio a terceros. Desde el sector financiero e inmobiliario coinciden, sin embargo, en que esta es una pugna para unas pocas manos y que solo las firmas que logren rentabilizar su labor con un elevado volumen bajo gestión sobrevivirán al inevitable proceso de consolidación que todos esperan tras los primeros años de eclosión de servicers, como se las conoce en el argot.
En este pulso, resultaba clave hacerse con la gestión de parte de la inmensa carga absorbida por Sareb. Un pastel de 50.000 millones de euros que se han repartido Altamira, que ya manejaba la cartera de Santander; Solvia, la inmobiliaria de Banco Sabadell; Haya Real Estate, la plataforma que creó el fondo Cerberus para gestionar el ladrillo de Bankia y Servihabitat, la inmobiliaria de CaixaBank, cuyo 51% fue adquirido por el fondo TPG (Texan Pacific Group). Permanecen en la batalla, entre otros, Anida, la plataforma interna de BBVA o Aliseda, la inmobiliaria de Popular, cuyo control ha pasado a manos de los fondos Kennedy Wilson y Värde Partners, todas en busca de nuevos clientes.