El 90% de mis empleados son robots
La china Changying Precision Technology incrementa su producción hasta casi el triple Las empresas de todo el mundo impulsan la utilización de autómatas cada vez más desarrollados
Que los robots iban a quitar el trabajo a los humanos es un tema recurrente desde hace décadas, impulsado por la ciencia ficción de autores como Isaac Asimov. Sin embargo, comienza a convertirse en un hecho real. La china Changying Precision Technology ha reducido su plantilla en un 90% para cambiarla por robots. Esta compañía, que fabrica componentes para smartphones, ha pasado de tener 650 trabajadores a 60, y con perspectivas de bajar hasta los 20. Esta mano de obra ha sido sustituida por 60 robots, que ocupan puestos en la cadena de montaje, en la distribución interna de componentes, en los almacenes o el transporte dentro de la planta. Cada uno hace el trabajo que desempeñaba antes media docena de empleados. Con el cambio, la producción se ha incrementado hasta casi el triple, según ha detallado la empresa asiática.
Un impacto de más de 1,5 billones en 2025
Un reciente estudio de McKinsey afirma que la irrupción de la robótica tendrá un impacto económico de entre 1,7 billones de dólares y 4,5 billones para 2025 en áreas como la sanidad, la industria y los servicios. La firma añade igualmente que en un plazo medio unos 320 millones de trabajadores podrían ser sustituidos en todo el mundo por robots.
Para el profesor de tecnología del IE Business School, Enrique Dans, no hay duda de que estamos en la era de los robots, según cuenta en su blog. Y, aunque hace unos días un millar de científicos y expertos, entre ellos Stephen Hawking, emitieron un comunicado pidiendo que se prohiba el desarrollo de robots militares por temor a que se conviertan en un Terminator, defiende que la “llegada de los robots y el incremento que van a suponer en términos de productividad van a ser la única posibilidad que tendremos para financierar muchas cosas, como el sistema de salud universal o los esquemas de beneficios sociales”.
Tal ha sido el éxito de esta iniciativa que su rival, Shenzhen Evenwin Precision Technology, ya ha anunciado un plan que va en la misma dirección. El ayuntamiento de Dongguan, donde se encuentra la compañía, planea terminar 2016 con una población de entre 1.000 y 1.500 robots en sus empresas, según el Diario del Pueblo, periódico oficial del Partido Comunista de China. Ambos casos no son únicos en China. Allí también Foxconn, fabricante de los iPhones de Apple y otros muchos dispositivos de otros gigantes tecnológicos, prepara un gran batallón de robots para fabricar el próximo modelo del smartphone de la marca de la manzana. Tras algunos retrasos, la firma espera en el medio plazo sustituir a trabajadores por sus máquinas autónomas.
Pero también fuera de este país asiático empieza a haber numerosas empresas que apuestan por estos autómatas, cada vez más evolucionadas gracias a los avances logrados en inteligencia artificial, visión artificial, sensores, motores e incluso en el desarrollo de materiales que imitan el sentido del tacto. Por eso, más allá de los fabricantes de coches y otras industrias que llevan tiempo echando mano de los robots, estos ingenios tecnológicos están llegando a negocios donde hasta ahora era impensable, como hoteles, cruceros o tiendas a pie de calle. No solo están situados ya en líneas de producción sino en puestos donde se trata con el cliente. Es el caso del Hotel Yotel de Nueva York, donde el botones ha sido sustituido por un robot, o el Hotel Henna en Japón, donde casi todos los trabajadores son autómatas. Otro ejemplo es el de Royal Caribbean, que en su crucero Quantumm of the seas los barman han sido sustituidos por brazos robóticos.
Pepper, un robot que “entiende las emociones”, según defende el presidente de Softbank, la empresa que lo ha creado, ya está asistiendo a clientes en algunos establecimientos y realizando labores de protocolo. Su éxito ha sido tal que los primeros 1.000 ejemplares, con un precio de 1.500 euros, se agotaron en el primer minuto. Y Alibaba y Foxconn han decidido entrar en el accionariado de la filial de robótica de la firma japonesa.
El autoestopista
Un grupo de científicos canadienses quiso pulsar como sería la relación entre robots y personas. Crearon un autómata, HitchBot, que ha recorrido Holanda, Alemania y Canadá haciendo autoestop. El sencillo robot hizo un largo viaje (desde 2014) con éxito y buena aceptación, publicando fotos en las redes sociales. El último país fue EE UU, donde recorrió 6.000 kilómetros en tres semanas hasta que un joven lo dejó destrozado en Philadelphia.
El que estos robots aprendan a lidiar con emociones y con nuevas funciones ha llevado a iniciativas como la neozelandesa Touchpoint Group, que ha creado una máquina inteligente para que atienda telefónicamente a los clientes enfadados.
Las posibilidades del avance de los robots son casi infinitas y las mayores empresas del mundo no son ajenas a ello, así es el caso de Amazon, que ha incluido autómatas en la gestión de sus almacenes en Seattle y California.
Las innovaciones en este campo han llegado incluso a España. La Universidad Politécnica de Madrid ha ideado un robot que haga las tareas de vigilancia. Estos autómatas realizan patrullas establecidas por ellos mismos sin necesidad de un coordinador central, determinado solo por la inteligencia artificial.
El también robot español, Aisoy 1, realizado por Aisoy Robotics, ha sentado las bases para los robots que mantengan conversaciones en el futuro. El autómata cuenta con la capacidad de mostrar sus emociones y empatía, así como tomar decisiones en función del contexto. Además, tienen la posibilidad de aprender de su entorno, mediante su conexión en la nube con otros Aisoy1