El espíritu y la letra
Cuando Margaret Thatcher hablaba de los Presupuestos de Reino Unido solía usar la comparación con una familia –la suya, sus padres, su hermano– que tiene un negocio y todas las noches en torno a la mesa de la cocina, tras cenar, hace cuentas y comprueba si los ingresos del día son superiores a los gastos. El objetivo siempre era el superávit, evitando el déficit.
Las leyes tienen espíritu y letra. Y los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de España 2016 no son una excepción. Voy a evitar la obviedad de que se trata de Presupuestos electoralistas –¿cómo no lo van a ser si hay unas elecciones generales esenciales para el futuro económico del país, que explican que el 53% del presupuesto vaya destinado a gasto social?– para poner atención en que el espíritu de estos Presupuestos sigue siendo el mismo que el de los cuatro anteriores de este Gobierno: cumplir los objetivos de déficit público. Este año, del 4,2% del PIB y, en 2016, del 2,2%. La letra es consecuente con el espíritu y, por tanto, cabe seguir hablando de cuentas públicas marcadas por la austeridad, en un ejercicio de responsabilidad.
No hay que olvidar de dónde venimos: en 2011 España estaba al borde de la bancarrota. El riesgo de ser intervenidos por la troika era real. Llegó a haber seis millones de parados. La recesión ha durado seis largos años. La misión del actual Gobierno, en su labor legislativa y, en este marco, en lo que a los Presupuestos Generales del Estado se refiere, ha sido, en estos últimos años, evitar el desastre, primero, y, volver a la senda del crecimiento y creación de empleo, después. Todos estos objetivos se han conseguido, con gran esfuerzo y sacrificio de muchos millones de españoles.
Pero hoy las cosas –el entorno, las circunstancias económicas– son un tanto distintas. España crece de nuevo: este año, el 3,1%; el siguiente, el 3%. Se ha generado medio millón de empleos en el último año y, si se cumplen las previsiones de organismos nacionales e internacionales, continuando por la senda de las reformas, España vivirá un largo periodo de crecimiento económico y generación de empleo: tres nuevos millones de puestos de trabajo en los próximos cuatro años, alcanzando la cifra de 20 millones de cotizantes, que es absolutamente necesaria para el mantenimiento actual y futuro de la Seguridad Social. Estos Presupuestos, que confían en el crecimiento económico para “muchas cosas”, prevén un aumento de la recaudación fiscal del 4%; destacan, en mi opinión, el incremento de los ingresos tributarios vía IRPF y el IVA (que reflejarían un aumento del consumo doméstico, síntoma de confianza económica de los españoles) y del Impuesto sobre Sociedades, que supondría que a las empresas les van mejor los negocios y esto podría traducirse en un aumento de la contratación.
La autoridad fiscal cree que los fundamentos económicos sobre los que se asientan las cuentas públicas son sólidos y creíbles. Al mismo tiempo, días después del anuncio de los PGE por parte del presidente del Gobierno, el Banco de España, en su último boletín (julio-agosto), avisa de que hay riesgos del exterior que amenazan no solo el crecimiento económico de España, sino el de los países desarrollados también. El Banco de España pone énfasis en la caída de la inversión empresarial –también en nuestro país– en los países desarrollados, versus lo que sucede en las economías emergentes. Pero este es un proceso que los expertos en historia económica ya vivieron en los años ochenta y tiene su lógica. Conforme las economías desarrolladas dependen más de los servicios y menos de la industria, la inversión empresarial bien desciende, bien cambia de objeto. Invertimos menos en maquinaria pesada y más en intangibles, como el desarrollo de la sociedad del conocimiento. Pocos países, con la excepción de Estados Unidos, contemplan en su PIB dichos intangibles. Ningún país europeo lo hace. Pero Estados Unidos lleva una racha ininterrumpida de crecimiento económico y generación de empleo desde junio de 2009 hasta el día de hoy, gracias a la intervención de las tecnologías de la información en la economía, mientras Europa ha vivido altibajos y una fuerte crisis de deuda.
En este contexto, es buena noticia que los PGE 2016 contemplen aumentar la inversión en I+D. Por supuesto es importante la subida de las pensiones, el sueldo de los funcionarios, las ayudas a las familias y la dependencia, etc. Pero lo más importante es garantizar la consolidación del crecimiento económico acompañado de fuerte generación de empleo. Porque, conseguido este objetivo, lo demás vendrá por añadidura.
Jorge Díaz-Cardiel es Socio director de Advice Strategic Consultants.