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Tribuna
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Entre los electores y Bruselas

Como sabemos, el margen de maniobra de los Presupuestos Generales es relativo, en cuanto que una parte significativa de los mismos está ya comprometida de antemano. Dentro de este espacio, el Gobierno parece haber intentado conciliar dos aspectos: el cumplimiento de los compromisos de estabilidad pactados con Bruselas y el incremento de algunos capítulos de gasto.

Para llevar a cabo esta empresa, se ha reducido el techo de gasto en un 4,4%, pero, a su vez, se introduce un guiño destinando más medios a algunas partidas concretas. Ello ha sido posible por el aumento de la recaudación, la reducción del desembolso en prestaciones por desempleo y por el descenso de los intereses de la deuda. Pese a la contención del gasto, el ahorro ha permitido incluir mejoras salariales para los empleados públicos, más recursos para las Comunidades Autónomas y un aumento de las inversiones públicas estimado en un 4,6%; y todo ello en un clima de muy baja inflación.

Pero si hay un dato que llama la atención es el crecimiento de los gastos sociales, para los que se prevé una subida del 3,8% sin contar las prestaciones por desempleo. Junto a la subida de las pensiones, se incluirán ahora algunas ayudas a las familias, al fomento del empleo, a la dependencia y a los programas de becas.

En cuanto a los ingresos, las cuentas prevén una mejora del 4% en base a un aumento de la recaudación de todas y cada una de las figuras tributarias, a pesar a la bajada del IRPF de este año y a la reducción del tipo del Impuesto de Sociedades en el próximo.

Llegados a este punto, deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Son demasiado optimistas los presupuestos planteados por el Ejecutivo? No cabe duda de que en los últimos meses las estimaciones de crecimiento de la economía española están siendo revisadas al alza por los buenos datos macroeconómicos. No parece por tanto descabellado pensar en un crecimiento del 3% para el próximo año, cuando es posible que el de este acabe siendo ligeramente superior y con una evolución positiva en consumo, inversión, exportaciones y en empleo. Que la tasa de paro caiga al 19,7% en 2016 tampoco parece exagerado, a la vista de los datos de la última Encuesta de Población Activa.

No obstante, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), órgano que se encarga de velar por la salud de las cuentas públicas, plantea algunos riesgos en la ejecución de los presupuestos. Si bien esta institución ve verosímil el escenario macro dibujado por el Gobierno, llama la atención sobre la evolución de los tipos de interés y del precio de petróleo que podrían provocar que se superasen estas previsiones. Por otra parte, según el FMI, la zona euro habrá de seguir esforzándose para que su crecimiento sea duradero. Factores como la depreciación de nuestra moneda han favorecido el saldo exterior de la economía europea, pero todo apunta a que a corto y medio plazo la recuperación tendrá un ritmo más pausado. Bien es cierto que las reformas realizadas a lo largo de estos últimos años, junto con otros factores externos, han permitido que la economía española se haya situado entre las que más están creciendo dentro de la UE. Ahora, un número importante de nuestras empresas están volviendo a tener beneficios, el consumo privado ha aumentado y la prima de riesgo ha bajado de forma importante, pero no deberíamos desoír las advertencias de estos organismos y actuar con prudencia.

El Gobierno parece haberse marcado como meta mantener la consolidación fiscal para alcanzar el objetivo de déficit del 2,8% del PIB en 2016 y cumplir nuestros compromisos comunitarios, pero no hay que olvidar que la previsión del déficit público del conjunto de las Administraciones para el cierre de este año es del 4,2% y que deberá descender durante el próximo al 2,8%, por lo que si queremos cumplir con los criterios de convergencia con la zona euro, es probable que, sin ciertos ajustes, el aumento de ingresos no sea suficiente para compensar el incremento de gastos. Aún así, a pesar de los guiños electorales, estos presupuestos han sido concebidos con cierto nivel de contención con el que parece lanzarse a Bruselas un mensaje de confianza. Esperemos que se haya sabido explicar y que así lo entiendan en Europa.

Valentí Pich es Presidente del Consejo General de Economistas.

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