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¿La última comisaria europea de Competencia?

La dirección general de Competencia se ha convertido en una de las divisiones más prestigiosas y temidas de la Comisión Europea, sobre todo, desde que en 1990 asumió la máxima autoridad del continente en materia de grandes fusiones empresariales. Tan poderosa unidad parece ahora llamada a desgajarse de la Comisión, para convertirse en una Autoridad independiente como ya ocurre a nivel nacional.

La idea de escindir Competencia de la Comisión circula por Bruselas desde hace meses. Pero ha ganado carta de naturaleza con la revelación de que el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, planteó abiertamente la propuesta en la reunión del Ecofin (consejo de ministros de Economía y finanzas de la UE) del pasado 14 de julio.

Alemania pretende segregar ciertas competencias de la CE aprovechando la reforma del club que previsiblemente se pondrá en marcha en los próximos meses, tanto para fortalecer la zona euro en caso de salida de Grecia como en respuesta al referéndum del Reino Unido sobre la permanencia de ese país en la UE.

El ministro alemán de Finanzas, que ha salido reforzado de la última crisis griega, quiere dejar su impronta en ese proceso de reformas como "herencia europea" de un político alemán vinculado al proyecto de la UE desde hace décadas. Schäuble también propone un ministro europeo de Finanzas con derecho de veto sobre los presupuestos nacionales.

La nueva Autoridad Europea de Competencia asumiría las atribuciones que ahora ostenta la Comisión Europea, cuyo colegio de comisarios (compuesto por 28 políticos) puede vetar fusiones internacionales (como comprobó en su día General Electric), imponer sanciones millonarias (Microsoft ha encajado multas por valor de 2.000 millones de euros) o forzar a una multinacional a modificar su política comercial (Google lleva meses intentando evitar ese castigo).

Este mismo mes de julio, en una entrevista con Cinco Días, la actual comisaria de Competencia, la liberal danesa Margrethe Vestager, se resistía a la posibilidad de segregar su departamento de la Comisión.

"No, no lo creo. No veo cuál sería el valor añadido". En la misma entrevista, Vestager aseguraba que politización de la Comisión que defiende su actual presidente, Jean-Claude Juncker, es compatible con la neutralidad que cabe exigir a una autoridad de Competencia.

"Como comisaria", señalaba Vestager, "no soy una política en el sentido tradicional, porque no es un cargo electo ni responde a la lógica habitual de los partidos políticos".

La tesis de Vestager se ha sostenido durante los últimos 25 años y ha permitido que la dirección general de Competencia creciera técnicamente bajo el impulso político de comisarios legendarios como Karel Van Miert o Mario Monti, entre otros.

Pero la "politización" de la Competencia europea chirría cada vez más y ha llegado a niveles sonrojantes en casos todavía abiertos como el de Google o Gazprom, cuyos avatares tienen más que ver con la geopolítica internacional (desde Snowden a Ucrania) que con una investigación antitrust al uso.

Van Miert recuerda en sus memorias que el presidente de la Comisión, Jaques Delors, le nombró con el encargo expreso de "recuperar la credibilidad de la política de competencia", una tarea que el belga llevó a cabo, según él, a base de "pragmatismo".

El mismo pragmatismo lleva ahora al ministro alemán de Finanzas a cambiar un modelo cuya credibilidad corre peligro. El riesgo es que la iniciativa de Berlín termine con una de las escasas atribuciones que Bruselas ejerce con carácter verdaderamente federal. Lo único claro por ahora es que Margrethe Vestager podría ser la última comisaria europea de Competencia.

Imagen: Margrethe Vestager, en foto de Reuters.

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