_
_
_
_
_
Por sus calles han transitado personajes reales e imaginarios

Salamanca, donde habita la historia

Foco del saber y el conocimiento, la ciudad estudiantil por excelencia se mantiene muy viva.

Vista de Salamanca con la Catedral y el puente sobre el río Tormes.
Vista de Salamanca con la Catedral y el puente sobre el río Tormes.

Hay ciudades que invitan expresamente al paseo, a perderse en sus calles, a impregnarse de su atmósfera. Salamanca es una de ellas. Asomada al río Tormes, y cerca de la frontera portuguesa, se encuentra este conjunto monumental, Patrimonio de la Humanidad desde 1988, foco del saber y el conocimiento, sede de una de las universidades más antiguas de Europa, fundada en el siglo XIII durante el reinado de Alfonso X de Castilla y León.

Este último hecho determinó su desarrollo en los siglos posteriores, en los que se construyeron muchos de los edificios por los que hoy es admirada.

La cuna del plateresco español sigue muy viva. Ciudad estudiantil por excelencia y bulliciosa, por sus calles han transitado, y se percibe su presencia, personajes reales e imaginarios: Lope de Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, la Celestina (el huerto de Calixto y Melibea sugiere que Salamanca pudo ser el escenario donde se inspiró Fernando de Rojas), el Lazarillo de Tormes, Santa Teresa, Miguel de Unamuno, Carmen Martín Gaite, Gonzalo Torrente Ballester…

El amanecer y el atardecer son horas mágicas en esta ciudad. Es cuando el sol tiñe sus edificios de un color dorado característico gracias al material con el que están construidos. La piedra arenisca de Villamayor permite esculpir exquisitas filigranas pero, además, tiene un alto contenido en hierro que, al contacto con el aire y con el paso del tiempo, se oxida, iluminando la ciudad con cálidos reflejos ocres y dorados.

Muy pocas ciudades tienen dos catedrales. Salamanca es una de las escasas excepciones

Cualquier recorrido se inicia, pasa o termina en la plaza Mayor, para muchos la más bonita de España. En torno a ella gira, tal y como ha sido desde hace siglos, el ajetreo urbano, es el lugar de encuentro, el corazón de la ciudad.

Los soportales, con 88 arcos de medio punto, están repletos de cafés, bares, restaurantes y tiendas. Ahí sigue el Novelty, el café centenario donde se reunían ilustrados y bohemios y desde donde Torrente Ballester observaba, y sigue observando, el trajín de la plaza, ya que una de sus mesas acoge una estatua del escritor.

Pero esta plaza, de armonía irregular, no solamente es el emblema de Salamanca, es también una representación extraordinaria del estilo churrigueresco, una variante del barroco caracterizada por su peculiar ornamentación. Fue construida entre 1729 y 1756 por el arquitecto Alberto Churriguera, hermano de José y de Joaquín Churriguera, figuras insignes del barroco español que dieron nombre a este estilo arquitectónico.

Muy cerca de la plaza Mayor se encuentra la universidad, con su magnífica fachada plateresca. La filigrana de la piedra resalta aún más sus contrastes a la luz del atardecer. Según la tradición, gozarán de fortuna aquellos que sean capaces de distinguir la figura de la rana sobre la calavera, un ejercicio visual que muchos practican, a veces con poco éxito. En el interior, se visita el aula, desnuda, de Fray Luis de León, donde parece que el tiempo se ha detenido realmente, también la espectacular escalera y la biblioteca antigua.

Siguiendo la calle de los Libreros está la Clerecía o Colegio Real de la Compañía de Jesús, un edificio que mandó erigir la reina Margarita de Austria, mujer de Felipe III. Comenzó a construirse en 1617, seis años después de su muerte, y aunque el encargado fue el arquitecto Juan Gómez de Mora, las obras duraron casi 150 años, por lo que fueron muchos los que dejaron su impronta. Este espléndido edificio barroco fue colegio y residencia de jesuitas hasta que fueron expulsados de España y, desde 1940, es sede de la Universidad Pontifica de Salamanca.

Subir a las torres de la Clerecía es una experiencia que merece la pena. La scala coeli, la singular escalera al cielo, no nos lleva al paraíso sino a uno de los miradores más bonitos de la ciudad. La visita se puede hacer al anochecer.

Plaza Mayor de Salamanca.
Plaza Mayor de Salamanca.

Enfrente de la Clerecía encontramos otro de los edificios más conocidos de Salamanca, la Casa de las Conchas, un sobrio palacio de estilo gótico, con contenidos platerescos, típicos del renacimiento español, y con toques mudéjares. Se empezó a edificar en 1493 por orden de Rodrigo Maldonado de Talavera, perteneciente a la Orden de Santiago, catedrático de Derecho y rector de la Universidad de Salamanca. Y, claro, atrae la atención las numerosas conchas de Santiago de su fachada.

Pocas ciudades tienen dos catedrales; Salamanca es una de las escasas excepciones. La catedral nueva, gótica, renacentista y barroca, adosada a la vieja, se comenzó a construir en 1513 bajo el impulso del Cabildo Catedralicio de Salamanca y la financiación de los Reyes Católicos. Las obras se extendieron nada menos que 250 años.

Antes de entrar hay que observar los relieves de la fachada en un ejercicio visual similar al de la rana de la universidad. En uno de los laterales se observa la figura esculpida en la roca de un astronauta que causa estupor, aunque sepamos que es la licencia que alguien se tomó durante una restauración realizada en 1992. En el interior, las 90 vidrieras traídas de Flandes proporcionan un espectáculo de luz incomparable.

Se puede acceder a la catedral vieja desde el interior de la nueva, construida entre los siglos XII y XIII, combinando el románico y el gótico. Lo que más destaca en su interior es el retablo de la historia de la salvación, 53 tablas que narran, como si de un cómic de la época se tratara, la vida de la Virgen y Jesucristo, muy útil para evangelizar a una población en su inmensa mayoría analfabeta.

Tiene Salamanca innumerables edificios históricos visitables y sería prolijo mencionarlos todos. Por ejemplo, son interesantes las iglesias de Santo Tomás Cantuariense (románica del siglo XII), San Marcos, San Juan de Barbalos, Sancti Spiritus, Santiago del Arrabal, La Veracruz, La Purísima…

También cuenta con conventos de gran valor patrimonial, como los de San Esteban o el de las Dueñas; en este último son recomendables los dulces elaborados por las monjas.

Entre sus palacios destacan el de Garcigrande, con portada renacentista, fachada plateresca y ventanas en el chaflán, que no existen en ningún otro edificio de la ciudad, fue la sede de Caja Duero durante años; el de Orellana, Montellano, Solís y, especialmente, la Salina y Monterrey.

Hay una excelente panorámica al otro lado del río Tormes, cruzando el puente romano, donde una estatua evoca la figura del Lazarillo de Tormes, que nació en Tejares, un pueblo de Salamanca, hoy un barrio de la ciudad. La última escena de esta novela que se desarrolla en esta tierra es la del Lazarillo saliendo de ella con el ciego a recorrer el mundo.

Pero no todo son monumentos, también existe en esta ciudad un comercio pujante donde adquirir la tradicional artesanía salmantina: cerámica, bordados, joyería charra o curtidos.

Detalle de la rana.
Detalle de la rana.

Guía para el viajero

Ocio nocturno. Hay una Salamanca para pasear entre sus monumentos iluminados o para salir a cenar y a tomar una copa. La Gran Vía, los alrededores de las calles Bordadores y San Justo son las zonas más frecuentadas por jóvenes, y menos jóvenes, que buscan pasárselo bien en la noche salmantina en un ambiente universitario e intercultural.

Salamanca Card. Una buena opción para visitar los monumentos a un buen precio es la Salamanca Card. La tarjeta, que cuesta 19 euros para un día y 23 euros para dos, permite el acceso gratuito a los edificios más importantes y descuentos en varios establecimientos.

Plazas y patios. Durante los meses de verano, el programa Plazas y Patios inunda de música, teatro y actuaciones algunos de los espacios y rincones más relevantes de la ciudad. Aprovechando el buen tiempo, se puede disfrutar de la cultura en la calle, asistir a un concierto de jazz en los jardines de Santo Domingo, con la catedral al fondo, o a una representación teatral en la calle con personajes que forman parte de la historia de Salamanca.

Museos. Si queda tiempo, el Museo de Art Nouveau y Art Déco, emplazado en un palacete modernista, es una visita muy interesante. También lo es el Domus Artium, el centro de arte contemporáneo.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_