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Columna
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El precio de ser broker en China

Las casas de valores chinas están aprendiendo por las malas lo que significa ser una herramienta del Estado. Las mayores casas de bolsa se beneficiaban de la burbuja bursátil de China. Ahora las autoridades las han utilizado para ayudar a apuntalar a los mercados, haciendo que sus propias acciones caigan. La rentabilidad financiera está subordinada a los objetivos oficiales.

Corredores como Citic Securities, Haitong y Huatai han sido las tropas de choque de la reforma del mercado chino. Se beneficiaron de una explosión en el comercio de acciones –en gran parte financiada con los préstamos que proporcionaron–. Las valoraciones se dispararon y los mayores corredores superaron a bancos de inversión internacionales, como Credit Suisse y Deutsche Bank, en capitalización de mercado.

Respondieron vendiendo acciones para costear más operaciones de financiación de garantías. Ahora el círculo virtuoso se ha vuelto vicioso y los brokers cada vez tienen menos ingresos por intereses y comisiones por transacciones inferiores. Puede que algunos préstamos vayan mal. Unos reducidos volúmenes de negociación exprimirían ingresos y ganancias. Los reguladores también han congelado las ofertas públicas de venta, cortando otra fuente de ingresos.

Para empeorar las cosas, las autoridades chinas han intimidado a las casas de valores para intentar apuntalar a los mercados, igual que utilizaron los bancos estatales para estimular la economía en 2008. El cuatro de julio 21 firmas de valores anunciaron que invertirían el 15% de su red activos –y no menos de 120.000 millones de yuanes (unos 17.500 millones de euros)– en acciones. Se comprometieron a no vender, siempre que el índice compuesto de Shanghái se mantuviera por debajo de 4.500 –un 22%por encima de donde cerró el día anterior–.

No sorprente que los inversores internacionales se hayan asustado. Las acciones de los principales corredores que cotizan en Hong Kong cayeron en porcentajes de dos dígitos a primera hora el 8 de julio. Al igual que con los bancos chinos, los inversores están aprendiendo que ser un instrumento de la política de Estado es una mala forma de maximizar la rentabilidad.

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