Grecia acepta seguir bajo supervisión de la Unión Europea varios años
Solicita una solución provisional a sus necesidades de financiación para el resto de julio Propone que antes de final de mes se busque un gran acuerdo a largo plazo La propuesta griega se analizará este sábado en un Eurogrupo y en una cumbre el domingo
Grecia y la zona euro empezaron ayer a recomponer sus relaciones, que habían quedado al borde de la ruptura tras el ultimátum de la troika (CE, BCE y FMI) a finales de junio y la convocatoria del referéndum griego del pasado domingo.
Las citas de ayer en Bruselas, a nivel de primeros ministros y de ministros de Economía, despejaron el camino para un tercer rescate de Grecia y para la liberación de ayudas urgentes en cuestión de semanas que permitan a Atenas evitar bancarrota. La petición del rescate también permitirá que el BCE afloje la soga que mantiene desde febrero sobre la financiación del Estado griego y desde el 26 de junio sobre la liquidez de la banca de ese país.
La desconfianza entre las partes, sin embargo, todavía no ha desaparecido. Y la zona euro se reserva la última palabra hasta el próximo domingo, cuando una cumbre europea analizará los compromisos exactos que ofrezca hasta entonces el primer ministro griego, Alexis Tsipras.
“El ambiente ha mejorado claramente”, señalaban fuentes europeas tras la primera toma de contactos desde el explosivo Eurogrupo del 27 de junio en que el entonces ministro griego, Yanis Varufakis, acabó fuera de la sala.
La tregua se visualizó ayer con la llegada a Bruselas del nuevo ministro griego de Finanzas, Euclid Tsakalotos, que dejó claro a sus colegas europeos la disposición de Atenas a seguir bajo la tutela de las instituciones europeas.
“Mañana mismo, Grecia enviará una nueva solicitud para un programa [de rescate] del MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad)”, señaló el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, tras la primera reunión de ese foro sin presencia del dimitido Yanis Varufakis.
La canciller alemana, Angela Merkel, señaló a su llegada a Bruselas para una cumbre extraordinaria de la zona euro que “no disponemos de semanas, sino de días, para llegar a un acuerdo”. El presidente francés, François Hollande, también abogó por alcanzar un acuerdo definitivo “esta misma semana”.
La semana pasada, en un desesperado intento por mantener vivas las negociaciones, Tsipras solicitó un tercer rescate, pero en forma de préstamo y solo por un plazo de dos años. Además, Tsipras supeditaba la petición a una reestructuración de la deuda.
La nueva petición, según Dijsselbloem, “deberá ser para un programa de medio plazo”, es decir, de dos o tres años como mínimos, aunque podría prolongarse hasta cuatro años. “Los problemas de Grecia son muy graves y requerirán nuestra atención por un tiempo bastante largo”, advirtió el ministro holandés de Finanzas y presidente del Eurogrupo.
El Fondo Monetario Internacional, en un informe de junio sobre las finanzas griegas, calculaba que Atenas necesitará préstamos por valor de 62.000 millones de euros entre julio de 2015 y finales de 2018. El gobierno griego calcula que solo hasta finales de este año ya podría necesitar 12.00 millones de euros.
La zona euro parece dispuesta a conceder ayuda urgente a Atenas para que haga frente a los vencimientos más perentorios. Por lo pronto, los 1.500 millones de euros que dejó a deber a finales de junio al FMI. Y después, los 6.700 millones de euros que deberá abonar al BCE por el vencimiento de bonos el 20 de julio y el 20 de agosto.
Tsipras negociaba anoche con sus homólogos europeos esa ayuda puente que permitiría a Grecia sobrevivir financieramente mientras llega el tercer rescate. La zona euro parecía ayer dispuesta a liberar fondos de manera casi inmediata siempre y cuando el gobierno de Tsipras apruebe reformas y ajustes en los próximos días. Si Atenas cumple sus promesas, los líderes europeos celebrarán una nueva cumbre el domingo para aprobar la entrega a Atenas de una partida financiera. Entre los fondos disponibles figuran los beneficios obtenidos por los bancos centrales de la zona euro por la compra de deuda pública griega en 2010. En 2014, ese plan generó una ganancia de 1.900 millones de euros. Y este año, se espera un beneficio de unos 1.400 millones de euros.
Más difícil tendrá Atenas que la zona euro cumpla su promesa de 2012 sobre la renegociación de las condiciones de los préstamos ya concedidos. En su solicitud de junio, Tsipras pedía “la reestructuración y reorganización de los préstamos concedidos por el fondo de rescate de la zona euro”, que suman 130.900 millones de euros. En la nueva solicitud, Grecia tendrá que suprimir esas referencias a la reestructuración.
El Eurogrupo celebrará hoy mismo una tele conferencia para analizar la solicitud oficial del nuevo rescate si Atenas efectivamente la envía. En ese caso, se pondrá en marcha el procedimiento oficial para su concesión que, según las normas del MEDE, podría demorarse entre tres y cuatro semanas.
Durante ese plazo, Atenas y Bruselas deberán negociar el Memorándum de Entendimiento con las condiciones macroeconómicas y financieras que deberá cumplir Atenas.
La solicitud de rescate supone una concesión de Tsipras, que había llegado al poder en las elecciones del 25 de enero con la promesa de poner fin a los préstamos internacionales y a la supervisión de la troika. Tras el referéndum, sin embargo, el primer ministro griego parece en condiciones de sobrevivir políticamente a su claudicación.
Anteayer logró el apoyo de los principales grupos parlamentarios para negociar con los socios de la zona euro un nuevo programa de financiación con un “compromiso para empezar a debatir en profundidad la sostenibilidad de la deuda griega”. Los partidos firmantes más Syriza, el grupo del primer ministro, suman 268 escaños en un Parlamento de 300. Solo los fascistas de Aurora Dorada (17 escaños) y los comunistas del KKE (15) se negaron a secundar el mandato para Tsipras.
El primer ministro griego negociaba ayer con el resto de líderes de la zona euro el compromiso sobre el futuro debate de la deuda. Varios socios, en particular los países bálticos (mucho más pobres que Grecia) se resisten a cualquier concesión que suponga un coste directo para sus contribuyentes.
La zona euro, sin embargo, parece dispuesta a buscar fórmulas sobre los plazos y tipos de interés que alivien la carga de la deuda griega sin imponer pérdidas a los Estados que han financiado el rescate. El instituto de estudios Bruegel calcula que la prórroga de los plazos del MEDE y la rebaja de los tipos de interés en los préstamos bilaterales (52.900 millones) podría generar un ahorro para Atenas de unos 30.000 millones de euros sin coste tangible para los contribuyentes europeos.
El presidente francés, François Hollande, abandera al grupo partidario de ofrecer esas mejoras, y cuenta con el apoyo de países como Austria, Irlanda o Luxemburgo. El gran obstáculo, sin embargo, se encuentra en Berlín. Y ya no es Merkel sino su vicecanciller, el socialista Sigmar Gabriel. El también socialistas Dijsselbloem viajará hoy a la capital alemana para entrevistarse con él y superar su oposición.