Una auditoría adaptada al siglo XXI
Hasta ahora, los mecanismos de comunicación financiera venían ofreciendo una información aislada, centrada en datos históricos. Pero la actividad empresarial está cambiando y las necesidades de los accionistas e inversores han evolucionado. Estos exigen ya identificar los datos relevantes y que se ofrezca una imagen más profunda de los riesgos y oportunidades a los que se enfrenta una compañía, esto es, una visión más completa de la realidad empresarial.
“Las propuestas de los organismos internacionales van en la línea correcta para facilitar que el auditor pueda ampliar su campo de actuación, destacando los elementos más importantes de la auditoría, lo que aportará más valor y será relevante para los accionistas”, señala Hilario Albarracín, consejero delegado de KPMG en España.
“El auditor tiene el conocimiento para dar la seguridad que pide el inversor”, afirma Hilario Albarracín
Esa evolución necesaria, junto con otras cuestiones que afronta la profesión de auditoría se recogen en el documento El valor de la auditoría, con el que KPMG quiere contribuir al debate sobre cómo la auditoría debe cambiar para atender la demanda del mercado y de la sociedad.
El estudio está estructurado en base a tres conversaciones, conducidas por los expertos en información financiera Rupert Bruce, Caroline Biebuyck y Andrew Mills, con 18 socios de la red de firmas miembros de KPMG, entre los que se encuentran Borja Guinea, responsable de auditoría de KPMG España, y Enrique Asla, responsable de práctica profesional de auditoría de KPMG España.
En el estudio, los expertos de auditoría de la firma exponen su punto de vista sobre la situación actual de la profesión y hacia dónde debe evolucionar para generar mayor confianza al mercado. “Los inversores están demandando mayor seguridad, y de fuentes independientes, sobre los indicadores y ratios financieros y no financieros que no están en las cuentas y sobre los que se están tomando ya decisiones de mercado; el auditor tiene el conocimiento para dar esta seguridad”, destaca Albarracín.
En la presentación del informe, Larry Bradley, responsable global de auditoría de KPMG International, y Borja Guinea aseguran que la auditoría ha demostrado su valía, tanto para los inversores como para las empresas, a lo largo de los años. Pero reconocen que ha llegado no ya la hora del cambio, sino de la revolución en la concepción y la ejecución de las auditorías.
Para llevar adelante esa revolución los socios consultados plantean un elemento esencial para que la auditoría conserve su relevancia: la innovación, tanto en lo que respecta a datos como a resultados. Para estos expertos, la tecnología basada en el análisis de datos (data & analytics) será un factor que ayude a conocer de forma más profunda la situación de la empresa. En este sentido, el consejero delegado de la firma en España asegura que “KPMG apuesta por la innovación a través del análisis de datos y la tecnología, de forma que aportaremos más conocimiento a nuestros clientes y al mercado, fortaleciendo la transparencia y el buen gobierno de las empresas”.
Los socios también analizan de forma abierta y sincera por qué se mantiene desde hace décadas un desfase de expectativas entre lo que el auditor aporta en su informe, que es el encargo que reciben, y lo que los grupos de interés creen o esperan del conocimiento que tiene el auditor de la empresa auditada. Así, entienden que la profesión necesita ponerse a trabajar en la creación de un nuevo modelo de presentación de información y aseguramiento que funcione en el entorno empresarial del siglo XXI.
En el informe se hace una invitación expresa a todas las partes interesadas de los mercados de capitales a participar en el debate sobre el futuro de la auditoría.
Mejoras
Los socios de KPMG que han participado en el estudio coinciden en señalar como la principal debilidad actual de la auditoría el hecho de que solo maneja datos financieros históricos obligatorios. Ven el cumplimiento estricto de la ley como un obstáculo para la mejora de las percepciones sobre la auditoría.
También reconocen que la calidad de la auditoría ha venido mejorando desde la quiebra de Enron, en noviembre de 2001, y que la crisis financiera, iniciada en 2007 y todavía latente, ha vuelto a incidir en el impulso para la introducción de mejoras. A este respecto, consideran injusto que se les culpe de no haber alertado de la crisis financiera.