Recta final para Grecia: o acuerdo o impago
Grecia entra esta semana en una etapa crítica de sus negociaciones con los acreedores, pues si bien el pago de pensiones y salarios a finales de mes parecen garantizado, no así todas las obligaciones que debe afrontar en junio.
El portavoz del Gobierno, Gavriil Sakelaridis, aseguró hoy que el pago de salarios y pensiones a finales de mes “no se cuestiona”, pero no fue tan tajante en lo que se refiere a la devolución de créditos en junio, cuando Grecia debe pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI) 1.600 millones de euros en varios tramos.
Sakelaridis aseguró que el Gobierno “quiere ser puntual” con sus obligaciones, tanto en las domésticas como en las exteriores, “tomando en cuenta los problemas de liquidez que existen”, pero añadió que Grecia pagará “en la medida en que estemos en condiciones” de hacerlo.
Además, recordó que hasta ahora el país ha cumplido todos sus compromisos “mientras no percibe lo que le deben”, en alusión a que el pago de un tramo del segundo rescate, por valor de 7.200 millones de euros, está congelado de facto desde agosto del año pasado.
El portavoz rechazó la posibilidad de que Grecia pida al FMI abonar todas las cuotas que vencen en junio en un solo tramo, es decir, dejar pendiente la primera cuota para cuando se haya firmado un acuerdo y logrado un desembolso parcial o total del rescate.
Teniendo en cuenta que el primer pago al FMI, por un total de 300 millones de euros, se plantea ya el 5 de junio, la urgencia de alcanzar un acuerdo con las instituciones (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) se hace aún más patente.
Como ya ha venido haciendo en semanas anteriores, también hoy Sakelaridis habló de un acuerdo inmediato, “no en cuestión de horas”, pero si “hasta finales de mes o principios de junio”.
Al mismo tiempo, sin embargo reconoció que sigue habiendo diferencias con los socios en los asuntos más espinosos, como es la reforma del IVA, los superávit primarios, o en materia laboral y de salarios y pensiones.
El Gobierno izquierdista obtuvo este fin de semana el respaldo del comité central de Syriza para seguir negociando, aunque el partido le dejó claro que no aceptará ningún acuerdo que constituya un programa de ajuste a la vieja usanza, es decir, con imposiciones que vengan de afuera.
El comité central decidió además, en una moción apoyada por unanimidad, que ante la duda de tener que pagar al FMI o a funcionarios y pensionistas, la decisión debe recaer en los segundos.
Esta moción algo más suave acabó ganando a otra presentada por el ala más radical del partido, en la que se pedía al Ejecutivo de Alexis Tsipras no pagar el próximo tramo al FMI si los acreedores continuaban con sus “tácticas coercitivas”.
El hecho, sin embargo, que esta propuesta obtuviera 75 votos a favor (95 en contra) pone de manifiesto lo muy atadas que tiene Tsipras las manos a la hora de negociar. Sakelaridis insistió hoy en que el objetivo del Gobierno es alcanzar un acuerdo sostenible para Grecia, que incluya las cuatro ideas planteadas por Tsipras en las últimas semanas.
El primer ministro se ha alejado de la idea inicial de ir firmando pequeños acuerdos por etapas, sino que pide un amplio pacto que se base sobre cuatro pilares: déficit primarios bajos, un plan de inversiones que promueva el crecimiento, la reestructuración de la deuda y medidas que no aumenten la recesión, como podrían ser nuevas bajadas de salarios y pensiones.
Mañana está previsto que se reanuden las conversaciones de Grecia y las instituciones en el denominado Grupo de Bruselas.
Grecia acude a estas negociaciones manteniendo como líneas rojas su negativa a la bajada de salarios y pensiones, así como a una mayor desregulación del mercado de trabajo.
Pero además, sigue habiendo claras diferencias en cuanto a la reforma del régimen del IVA: el Gobierno quiere modificar los tipos actuales, pero mantener tres tasas (7%, 14%, y 22% o 23%), mientras que los socios quieren solo dos (10% y 23%).
Por otro lado, según informaciones del diario “Proto Thema”, Atenas ha reducido además sus pretensiones de poder alcanzar un superávit primario de entre el 1,2% y el 1,4% este año, y tan solo ve factible un 0,8%.
El objetivo inicial firmado en el segundo rescate hablaba de un superávit primario (que excluye el pago de intereses) del 3%.