"Pobre de la empresa que no se profesionalice"
El directivo lleva las riendas de Grupo Atisa desde hace 34 años.
El 17 de septiembre de 1981 es una fecha especial para el director general del grupo Atisa, Emilio Molinero. Aquel día creaba su empresa junto a otros tres socios, que como él se han mantenido desde entonces en el seno del negocio. Y también ese día daba a luz su primer hijo, al que Molinero, preparado para afrontar los dos años que le quedan para la edad de jubilación y mentalizado para, llegado el día, dar un paso atrás, señala como su sustituto al frente del negocio. Será el cierre de un círculo de más de tres décadas al frente de una de las empresas más importantes en externalización de servicios, es decir, “todo aquello que a la empresa le supone un esfuerzo y unas estructuras en cosas que no son su actividad”, como lo define su director general.
Atisa, que en la actualidad ocupa un edificio de cuatro plantas en Torrejón de Ardoz, comenzó como un pequeño negocio de externalización de nóminas y servicios contables en empresas del corredor del Henares, de lo que se encargaban sus cuatro socios:dos abogados, uno de ellos Emilio Molinero, un economista y un graduado social. “En muy poco tiempo empezamos a crecer y a ver la posibilidad de ser una empresa más importante”, describe su director general. En 2006, la compañía gestionó el plan de prejubilaciones de RTVE, que afectó a más de 4.000 trabajadores. Hoy Atisa supera los 120 trabajadores, en un ámbito, el de la externalización de servicios u outsourcing, que aún se ve con recelo entre las empresas españolas:“En España estamos todavía en índices muy alejados si nos comparamos, por ejemplo, con la cultura anglosajona, donde se externalizan entre el 60% y el 70% de los servicios”.
Sin embargo, las crisis económicas ayudan a que las organizaciones se replanteen esta situación, “porque las empresas no quieren mantener estructuras que hay que seguir soportando cuando vienen mal dadas”. De crisis, en estos 34 años, han aprendido en Atisa, “cuatro o cinco desde que empezamos”, aunque a juicio de Emilio Molinero no hay grandes diferencias entre ellas:“Quizá esta crisis haya sido más fuerte, pero las condiciones básicas son las mismas: se produce una limpieza sistemática de empresas, y las que sobreviven lo hacen porque se han preparado y han visto venir las dificultades”. Molinero cree además que la empresa actual está mucho más profesionalizada que aquellas con las que se encontraban hace 34 años, “pobrecita de la que no lo esté”, una evolución que también han vivido en su propia compañía:“Hemos ido creciendo controlando cada socio su departamento; y entre todos, la empresa. Pero hace ocho o nueve años nos dimos cuenta de que había que evolucionar”, describe Molinero. Los socios se dieron cuenta de que, para crecer, había que cambiar la forma de trabajo, por lo que apostaron por una estructura horizontal en la que cada departamento está encabezado por un director, en la que cada empleado responda de su trabajo:“cuanta más responsabilidad se le da al profesional más capacidad tiene de resolver problemas”.
Ahora, tanto Emilio Molinero como sus tres socios afrontan un nuevo reto, el del paso atrás casi definitivo:“hace tiempo que vimos que había que hacerlo, soltar la rienda para la gente más joven, que está preparadísima, mucho más que nosotros”. El director general reconoce que costará hacerlo, aunque seguirá pendiente de todos los movimientos que de la empresa.
Entre libros de Derecho
El despacho de Emilio Molinero deja claro su formación en Derecho, reflejada en los volúmenes que llenan sus estanterías: “Los libros han ido cambiando, aunque siempre han sido de cosas interesantísimas relacionadas con esto”, ironiza el directivo. El grupo Atisa se cambió a su actual sede hace diez años, un amplio edificio de cuatro plantas. Molinero se desplaza por él con una pequeña moto eléctrica que le ayuda con sus problemas de movilidad, aunque no le impiden posar para el fotógrafo, apoyado en su bastón. La pared de su despacho está plagada de diplomas, certificados, fotos de su mujer y de sus hijos y también una del rey Juan Carlos I. Su escultura taurina, el único objeto que ha conservado siempre en su despacho, fue un regalo de boda de un amigo escultor hace ya 36 años:“La verdad es que me gusta, hay gente que dice que es muy raro pero a mí me parece muy bonito. Parece que ya está muriendo de la estocada, pero sigue aguantando”.
Emilio Molinero se define como “muy pasional, pese a que parezco frío. Me gusta hacerlo todo con pasión, también el trabajo, y hasta el fútbol”. Aficionado madridista, confiesa que “cada vez que mete un gol el Real Madrid pego una patada a la mesa que parece que lo he metido yo”. Tanto el despacho como las instalaciones del grupo Atisa denotan su juventud, aunque el principal secreto que guarda la sede, y que pasa por ser el rincón preferido de Molinero, está en el sótano:un pequeño comedor junto a una cocina que tiene un horno de leña y una parrilla, que utilizan para las reuniones especiales.
Está por ver si la escultura de un toro, único objeto que ha estado a su lado en su despachos desde el primer día, le acompañará o seguirá en la nueva etapa que afrontará Atisa.