_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La pelea de las pensiones italianas

Matteo Renzi parece haber ganado una complicada batalla relacionada con las pensiones. Pero el primer ministro de Italia solo ha tenido pequeños choques con el enemigo real.

Italia tiene una mezcla tóxica: un generoso sistema de pensiones financiado por el gobierno, envejecimiento de la población y un lento crecimiento del PIB. El futuro lejano parecer estar bien, gracias a la reforma de Fornero en 2011, que elevó la edad de jubilación para la mayoría de los trabajadores actuales. Sin embargo, la reforma salvó a la mayor parte de los jubilados existentes, que son una carga para las finanzas del Estado y los trabajadores actuales.

En sus primeros 14 meses en el cargo, Renzi se había mantenido al margen de nuevas reformas. El momento llegó el 30 de abril, cuando el Tribunal Constitucional anuló una parte del paquete de Fornero, con efecto inmediato. La restauración de los elevados pagos originales a algunas personas podría haber costado al estado 18.000 millones de euros.

El futuro parece estar garantizado gracias a la reforma de Fornero en 2011 que elevó la edad de jubilación

Ese número podría haber alterado las relaciones de Roma con Bruselas. Llevaría el déficit fiscal italiano al 3,6% del PIB, demasiado alto para Italia como para entrar en el margen de maniobra fiscal que la Comisión da a quienes están poniendo en marcha firmes reformas. Sin embargo, Renzi ha salido con un “bonus” de 2.200 millones de euros para algunos de los posibles reclamantes.

En cuanto a los costes actuales, Renzi corre el peligro de moverse en la dirección equivocada. Ha sugerido permitir más jubilaciones anticipadas, para abrir puestos de trabajo al ejército de jóvenes desempleados del país. Ese cambio podría empujar al alza aún más las obligaciones de las pensiones estatales.

Los recortes de las pensiones universales son siempre impopulares. Pero un elevado gasto en pensiones drena al gobierno y se aleja de las áreas más productivas, como la educación, mientras que las elevadas contribuciones de trabajadores y empleadores desalientan la creación de empleo y fomentan la actividad en el mercado negro.

Renzi se presenta como defensor de los intereses personales y la gerontocracia de Italia. La reforma de las pensiones es una oportunidad para mostrar que quiere decir lo que dice.

Archivado En

_
_