El imparable tirón de las exportaciones
La recuperación económica que está viviendo la zona euro se ha hecho sentir de forma notable durante el primer trimestre del año en el sector de la exportación. Tras un 2014 que finalizó ya en máximos históricos, las empresas españolas han cerrado los tres primeros meses de 2015 con un crecimiento del 4,4% en sus ventas al exterior, gracias a un mes de marzo en el que se exportaron bienes por valor de 23.218 millones de euros, la cifra más alta desde 1971. El tirón del exterior se ha concentrado en tres países de la zona euro –Francia, Alemania e Italia–, que por primera vez en la historia suman el 35% de las exportaciones españolas. Por contra, las importaciones se han visto frenadas por un conjunto de factores, entre los que destaca la caída del precio del petróleo, que ha rebajado sustancialmente –otro 35%– las compras de energía. Ese descenso de las importaciones y ese crecimiento de las exportaciones se ha traducido en una rebaja del déficit comercial de España, que ha disminuido un 15% entre enero y marzo. Las razones macroeconómicas que explican este potente inicio de año se evidencian al desglosar las ventas por países. La reactivación de la economía francesa –cuyo PIB creció seis décimas en el primer trimestre de 2015, el nivel más alto en dos años– y de la italiana, donde aumentó tres décimas, el repunte más elevado desde principios de 2011, han pesado de forma importante en la cesta de ventas de las empresas españolas. Ello se une a una Alemania que, pese a haber frenado su velocidad de crecimiento, sigue siendo el principal socio comercial de España y a quien hay que atribuir el 20% de este aumento del músculo exportador.
El segundo factor que ha empujado el comercio exterior es la depreciación que ha experimentado el euro. La lista de países responsables del aumento de las exportaciones españolas incluye nombres como Arabia Saudí, Malasia, Polonia y Rumanía, además de Reino Unido y Estados Unidos. Esta mayor diversificación geográfica constituye una buena noticia, que puede ayudar a equilibrar el efecto de los ciclos que inevitablemente viven todas las economías mundiales. Pese a ello, no hay duda de que Europa sigue constituyendo la gran baza comercial de España y que la buena salud de la zona euro resulta fundamental para que las exportaciones mantengan este ritmo de crecimiento. Para lograr ese objetivo existen factores externos, como la adopción de reformas estructurales que alimenten el crecimiento de algunos países de la zona euro –es el caso de Francia– que se resisten a transformar sus economías y prepararlas para el futuro. Pero también medidas internas, como una política de comercio exterior que respalde y facilite cada vez más la tarea de vender fuera de nuestras fronteras.