El sherpa digital de BBVA
Salmantino de corazón gallego y formación anglosajona. Hasta el lunes pasado Carlos Torres Vila no era muy conocido fuera de su círculo profesional, aunque dentro de él ya había despuntado como un prestigioso estratega y financiero. Comenzó su trayectoria laboral en McKinsey & Company en septiembre de 1990, donde trabajó casi 12 años y medio y llegó a ser socio. Rafael Miranda, consejero delegado de Endesa en 2002, y el entonces presidente de la empresa, Manuel Pizarro, ya se habían fijado en él y decidieron ficharle en noviembre de ese año.
Aunque fue Miranda quien tomó la iniciativa para llevárselo a la eléctrica, Pizarro ya tenía buenas referencias de Carlos Torres. Su padre había sido agente de cambio y Bolsa y coincidió en los inicios con un joven Manuel Pizarro. Pero como muchas veces ocurre, el destino es caprichoso, el turolense más influyente y conocido en los círculos económicos del país volvió a cruzarse en la trayectoria del que desde el lunes pasado es el consejero delegado de BBVA. Pizarro es uno de los mejores amigos del presidente de BBVA, Francisco González, quien también fue agente de Bolsa en Madrid. Este hecho influyó para que tras pasar por un proceso de selección realizado por una afamada firma de headhunter y ser un candidato seleccionado para ocupar el cargo de responsable de estrategia y desarrollo corporativo, su entrada en el banco fuera más fácil. Pizarro resaltó las cualidades profesionales del aún aspirante a ese cargo.
La carta de presentación que Pizarro presentó de Carlos Torres era inmejorable. Y es que este ejecutivo jugó como director financiero de Endesa un papel muy destacado durante la compleja etapa en la que la italiana Enel lanzó una opa sobre la eléctrica española, firma a la que llegó cuando estaba en expansión.
Carlos Torres Vila nació en Salamanca el 24 de febrero de 1966. Pese a ello, se siente gallego, tierra de sus padres (ambos de dos aldeas diferentes), y donde pasó gran parte de su infancia. También hoy en día sigue siendo una de las regiones que más le gusta (tiene casa allí) para recogerse con su familia cuando su ajetreada vida profesional se lo permite.
Se graduó en Ingeniería Eléctrica y en Administración de Empresas en 1988 en la considerada como una de las universidades más selectivas de los EEUU e incluso del mundo, Massachusetts Institute of Technology (MIT). Dos años más tarde culminó un máster MBA en la Sloan School of Management. Y fue entonces cuando se incorporó a McKinsey & Company como analista financiero y consultor. Uno de sus principales clientes entonces fue Telefónica. De hecho, estuvo a punto de entrar en la compañía que preside Cesar Alierta.
Aun estudiando en Estados Unidos y posteriormente trabajando como analista sacó tiempo para estudiar Derecho, carrera que cursó a través de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) entre los años 1984 a 1994, según consta en su currículum.
Tanto sus amigos, compañeros como conocidos le definen como una persona muy disciplinada, seria y algo introvertida. “Es un ejecutivo ideal para ser el consejero delegado de BBVA. Es muy maduro, mucho más de lo que la gente piensa, tiene una gran formación, es muy tranquilo, algo que transmite a su equipo”, explica un conocido suyo, que como es lógico prefiere mantenerse en el anonimato. Otro colega suyo añade otras características de su personalidad, “es muy reservado, pero también es muy afable, muy analítico y es de los que se remangan de verdad para trabajar. Y es muy listo”.
Casado con una arquitecto de Bilbao, tiene tres hijos con quienes comparte su afición por el deporte. Le encanta correr, incluso hace alguna incursión en maratones, aunque no al nivel que lo hace su antecesor en el cargo, Ángel Cano, con quien, por cierto, se llevaba y se lleva bien. Pero su pasión es el ciclismo, deporte que práctica asiduamente, y sobre todo el esquí acuático, deporte donde aseguran sus conocidos “es todo un experto, incluso podría haber sido un profesional”. El fútbol también es una de sus aficiones, pero más como espectador que como practicante de este deporte. Es un gran apasionado del Real Madrid, tanto que cuando puede acude al Santiago Bernabéu para disfrutar en vivo y en directo del juego de su equipo. También le gusta leer sobre todo libros de ciencias.
Tras su paso por Endesa, que dejó cuando Enel adquirió la compañía, tuvo una efímera etapa laboral (entre febrero y mayo de 2008) en la empresa solar Isofotón. En septiembre de 2008 entró en BBVA como director de estrategia y desarrollo corporativo, cargo en el que permaneció hasta marzo de 2014.
Pese a que de puertas afuera de BBVA poco se le conocía en esta nueva etapa, lo cierto es que es el artífice del desembarco del banco en el exótico mercado bancario de Turquía. “La compra por parte de BBVA del 25% inicial del turco Gatanti, con la opción de subir esta participación hasta tener la mayoría (ahora tiene el 39,9%, y es el primer accionista de control), fue un empeño de Carlos. Y pese a las reticencias iniciales de González logró convencer a la dirección y al consejo para su adquisición. Fue una gran operación, aunque los analistas inicialmente la vieron como exótica, por no decir arriesgada por la situación geopolítica del país”, explica una fuente financiera.
La compra de la caja catalana nacionalizada Unnim, que tan buenos resultados está dando a BBVA y que animó al banco a pujar fuerte más tarde por Catalunya Banc, también fue defendida por Torres.
Pero, como si fuera un sherpa tecnológico que va abriendo caminos en el banco, Carlos Torres ha sido el primer director digital de un banco, cargo que asumió en marzo de 2014, y bajo el que adquirió varias firmas startup para BBVA. El pasado lunes abandonó este puesto para convertirse en el número dos de BBVA. El reto convertir al grupo en el primer banco digital del mundo. Ahí es nada. Ahí es nada.