Financiación no tradicional, ¿es arriesgada?
Lo que antes funcionaba ahora ya no y se han de buscar nuevas fórmulas que lo permitan. Antes, si queríamos financiar un proyecto, lo habitual era acudir a las vías tradicionales como las entidades bancarias o acudir a la financiación gracias a familia o amigos. Ahora, tras una larga temporada de haber cerrado la puerta al crédito por parte de las entidades -aunque se comienza a abrir poco a poco confiando en la recuperación económica- son otras las vías que han cobrado protagonismo a la hora de obtener financiación para poner en marcha proyectos.
Hoy por hoy, las opciones de financiación se han multiplicado y se puede obtener dinero sin tener que acudir a una entidad bancaria, aunque esta opción sigue estando presente y más ahora cuando parece haber comenzado la batalla por ofrecer el crédito con mejores condiciones. Las palabras “crowdfunding” o micromecenazgo son ya parte de la actualidad y estamos más que familiarizados con ellas. La financiación colectiva no ha hecho más que crecer en los útlimos tiempos y cobrar cada vez más protagonismo, en España durante el pasado año se pasó de 19 millones de euros en 2013 a 62 millones de euros en lo que a financiación colectiva se refiere según un estudio elaborado por la Universidad de Cambridge y la empresa EY.
La financiación colectiva ahora regulada
Con el paso del tiempo, el peso de esta fórmula de financiación ha crecido por lo que era necesario establecer una regulación que contemplase este sistema y añadiendo con ella seguridad tanto para los que realizan la inversión como para los que reciben la financiación. Para ello se ha aprobado días atrás el Proyecto de Ley de Fomento de la financiación empresarial. Concretamente es en su quinto título en el que se establece el régimen jurídico a seguir por las plataformas que se dediquen a la financiación colectiva.
Aunque la financiación colectiva o participativa es una opción que ha dado un sinfín de posibilidades, esta nueva regulación le pone ciertos límites. Con este proyecto de ley, se estipula que son cinco millones de euros los que como máximo se pueden captar a través de la financiación colectiva y no podrán ser más de 10.000 euros los que los inversores no acreditados podrán dedicar a un proyecto en un periodo de doce meses y tampoco podrán destinar más de 3.000 euros al mismo proyecto.
Hay voces a favor y en contra de estas limitaciones que se contemplan en el proyecto de ley. Son muchos los que se cuestionan si es una regulación estricta y que pretende poner límites con el objetivo de que la financiación colectiva no acabe con las vías de financiación tradicional. Además las limitaciones en cuanto a las inversiones máximas que se pueden realizar se postulan como un verdadero freno al emprendimiento en España ya que hoy en día el crowdfunding es la única manera a través de la cual muchos han conseguido financiación para su idea.
Este proyecto de ley indica además que será la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la destinada a supervisar que efectivamente se cumple con la normativa. CNMV y Banco de España trabajarán codo con codo para poder dar legalidad a las plataformas de financiación colectiva ya que éstas necesitan estar inscritas en un registro de la CNMV.
Lo que se busca con esta regulación es que el sector se profesionalice y que además esté más controlado ya que a diario son grandes cantidades de dinero las que se mueven con el objetivo de dar una oportunidad a los emprendedores que quieren buscarse un futuro y para ello ponen su vista en la financiación colectiva.