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El mercado de bonos verdes duplicará el valor de sus emisiones este año

Una antena para la inversión medioambiental en España

Thinkstock
Rafael Durán Fernández

En los últimos ocho años se ha venido abriendo paso en el mercado de deuda de renta fija una forma de financiación alternativa a la bancaria para proyectos que benefician a la economía, el medioambiente y la sociedad. Se trata de los bonos verdes, un mecanismo cada vez más atractivo tanto para organizaciones del sector privado como del público.

“Un bono verde, al igual que cualquier otro bono, es un instrumento financiero de renta fija para la obtención de capital a través del mercado de capitales de deuda”, explica José Luis Blasco, socio responsable de cambio climático y sostenibilidad en Europa, Oriente Medio y África de KPMG. Y su funcionamiento es el mismo: el emisor del bono obtiene una cantidad fija de capital de los inversores por un periodo de tiempo determinado, al vencimiento del bono se devuelve el capital y durante el tiempo de la emisión se paga una cantidad acordada de interés (cupones).

Iberdrola y Abengoa emitieron el año pasado bonos por valor de 750 millones y 500 millones, respectivamente

“La diferencia entre un bono verde y un bono regular es que el emisor declara públicamente que está recaudando capital para financiar proyectos verdes, bienes o actividades con un beneficio ambiental, como las energías renovables, el transporte bajo en carbono, tratamiento de agua o proyectos forestales”, continúa Blasco. “Y anualmente debe emitir un informe detallando cómo se emplean esos fondos”. Los bonos también pueden ser utilizados para financiar proyectos con un beneficio social o de la comunidad, como la mejora de la salud o los servicios sociales.

El mercado global de bonos verdes está creciendo rápidamente. Hace ocho años no existían estos bonos, y aunque es un mercado todavía incipiente, en este periodo han experimentado un fuerte avance. “Hasta 2014, el valor de las emisiones de bonos verdes se situaron en más de 53.000 millones de dólares (49.000 millones de euros), y este año se espera duplicar esa cifra, hasta alcanzar los 100.000 millones de dólares”, señala el ejecutivo de KPMG.

Al ser un mercado todavía nuevo, el problema es saber qué está incluido dentro de él y qué no. Para ayudar a identificar mejor sus límites, KPMG ha elaborado una guía, Gearing up for green bonds (preparándose para los bonos verdes) con el objetivo de aportar las consideraciones claves que han de tener en cuenta los emisores de bonos verdes. “La queja hasta ahora era la de que falta claridad, es decir, estándares internacionales que sean de aplicación común”, reconoce Blasco.

Emisores en España

En España, los dos grandes emisores de bonos verdes son Iberdrola y Abengoa. La compañía eléctrica emitió en abril de 2014 bonos por valor de 750 millones de euros a 8,5 años con un interés del 2,5%. Abengoa, a través de su filial Abengoa Greenfield, realizó dos emisiones en septiembre de 2014, con vencimiento a cinco años, de 265 millones de euros y 300 millones de dólares (equivalente a 500 millones de euros en total), con un cupón del 5,5% y del 6,5%, respectivamente.

Este bono es un instrumento idóneo para ampliar la base de inversores interesados en promover la economía verde, apunta Blasco, que recuerda que estamos en una coyuntura donde los tipos de interés son muy bajos: “Estos proyectos, como hay muy poca oferta, se suscriben muy rápido, con precios ventajosos, lo que es raro en un mundo de tipos a la baja.

El responsable de cambio climático y sostenibilidad de KPMG considera que el bono verde “es una antena para atraer proyectos en España, en materia de energías renovables, agua o transporte ferroviario, pues las compañías españolas son potentes en esas áreas, con un efecto llamada. Es un escaparate que te permite atraer inversores”. Asegura también que puede promover fenómenos de concentración, con emisiones con cobertura por encima de la media. Por ejemplo, en sectores atomizados, como el de los huertos solares.

Sobre la firma

Rafael Durán Fernández
Lleva más de una década a cargo de los temas de sostenibilidad en la sección de Buen Gobierno, tarea que compagina con la edición de CincoDías. Aterrizó en el periódico en el año 2000 y pasó una temporada en la sección de Opinión. Antes, en El Siglo de Europa y El Nuevo Lunes. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

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