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Columna
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Un refuerzo necesario

Holcim, el grupo cementero suizo está dejando atrás a su rival francés, Lafarge, creando grietas en su alianza de 44.000 millones de dólares. El fracaso del acuerdo perjudicaría a ambos grupos, así que es más probable que haya concesiones a que se produzca un final prematuro de esta “fusión entre iguales”, como ocurrió con las empresas publicitarias Publicis y Omnicom el año pasado.

Hubo debilidades estructurales en la fusión desde el principio. Además, una escala épica también conlleva obstáculos de competencia y retrasos.

Los resultados anuales recientemente mostraron la exposición de Lafarge a mercados problemáticos y su debilidad financiera. Al lado de los suizos, parece endeudado y con pocas inversiones. Y las perspectivas para el futuro del Ebitda y el flujo de caja libre se han ido distanciando notablemente desde el apretón de manos, hace casi un año. Es algo incómodo para el jefe de Lafarge, Bruno Lafont, designado como consejero delegado del grupo resultante de la fusión.

De ahí que haya crecido un abismo entre las acciones de Lafarge y Holcim. Inicialmente se iban a intercambiar una por una. El 12 de marzo, la acción de la compañía gala era un 8% más barata.

¿Y ahora qué? El dúo está hablando de una reorganización, según aseguran dos personas familiarizadas con la situación. Cambiar a una adquisición es inverosímil. Seguir igual es arriesgado. Así los analistas proponen un dividendo de trato especial previo a la fusión para los accionistas de Holcim, que podría alcanzar un total de unos 3.000 millones de dólares (unos 2.850 millones de euros), o una relación de canje más elevada en su favor.

Renunciar a sinergias que ambas partes aseguran que alcanzarán 1.400 millones de euros al año sería malo para todos. Según los analistas de Bernstein con dar a Holcim entre un 10 a un 15% más debería valer. La superestructura tiene arreglo.

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