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Columna
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Rousseff aún puede salvar su legado

La gestión de doble enfoque que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha adoptado para arreglar una economía que sus políticas ayudaron a limitar en su primer mandato está perdiendo amigos –pero ofrece una oportunidad de redención–.

El Banco Central de Brasil, encabezado por Alexandre Tombini, designado por Rousseff, elevó la semana pasada su tipo de referencia en 50 puntos básicos, hasta su máximo de seis años, dejándolo en el 12,75%. Ha elevado las tasas en 175 puntos básicos desde el mes de octubre.

Eso es un riesgo para una economía que ya se esperaba que se contrajera en al menos un 0,5% en 2015. Pero con la divisa cayendo a su mínimo de la década (a 3 reales por dólar) y la inflación llegando casi a su máximo en 10 años en febrero en el 7,7%, la administración Rousseff no tiene muchas más opciones.

Muchos de los problemas económicos actuales a los que se enfrenta Brasil son auto infligidos

Muchos de los problemas económicos actuales son auto infligidos. El Banco Central de Brasil no goza de independencia formal. Tombini, un hombre conocido por sus opiniones anti inflación, pero recortó los tipos durante el primer mandato de Rousseff, de acuerdo con sus deseos expresos, en un intento de impulsar el crecimiento. El gobierno intentó contener la inflación utilizando otros medios como mantener bajos los precios del combustible y electricidad.

Ahora, el esfuerzo de Rousseff para enmendar sus errores y recuperar la confianza de los inversores –mediante un ajuste fiscal y subidas de tipos– exige que dichos precios suban.

Tombini no puede costarle a Rousseff una elección –tiene que dejar el cargo cuando sus dos mandatos consecutivos terminen a finales de 2018–. Pero puede dañar su popularidad . El hachazo fiscal del plan de austeridad del gobierno, encabezado por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, ya la está alejando del Partido de los Trajadores, los sindicatos y los brasileños de la calle.

La inflación es un impuesto sobre los pobres. Rousseff, quien hizo un llamamiento a los brasileños el domingo para respaldar las políticas de austeridad fiscal, necesitará una férrea determinación para hacerle frente.

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