Volkswagen Polo, el coche de los jóvenes, cumple los 40
Su bautizo en sociedad tuvo lugar en Hannover en marzo de 1975 Las ventas acumuladas de sus cinco generaciones superan los 14 millones de vehículos
Pasan los años y pasan rápidos. Tanto que el Volkswagen Polo, el vehículo diseñado y publicitado para los jóvenes, cumple en este 2015 ni más ni menos que 40 años. Y como cualquier cuarentón son varias las fases por las que ha pasado a lo largo de su vida. Su más tierna infancia, su niñez, su pubertad, su adolescencia y su adultez.
Su bautizo en sociedad tuvo lugar en Hannover en marzo de 1975. El recién nacido era grande y robusto. Tenía espacio suficiente para cuatro pasajeros adultos y un amplio portón trasero. Corrían tiempos de cambio, de vanguardia, así que vino al mundo con una moderna tracción delantera. También era una época de sobresaltos. Mejor si era alumbrado con un alto grado de seguridad. La crisis del petróleo acababa de ocurrir. Así que se gestó con un equipamiento sencillo. No quería costarle demasiado a sus padres adoptivos, por lo que vio la luz con un precio reducido.
Solo cuatro años después ya tenía unos 500.000 hermanos por el mundo. Todos igualitos a él. Y se cansó de que su gestación solo tuviera lugar en Wolfsburgo, en la Baja Sajonia alemana. Quería ver mundo. Así que sus progenitores, Volkswagen, abrieron una factoría en Pamplona, la planta de Landaben, la cual ha sido tan prolífica que ha terminado por ser el principal paritorio del modelo. Tanto es así que sus instalaciones son las que adoptan e implementan los estándares para la fabricación de este coche. Esta planta ha fabricado en los últimos 30 años 6,8 millones de vehículos de este modelo. En 2014 fueron 305.700 las unidades producidas.
Para entrar en la niñez, Polo eligió viajar hasta Cerdeña para presentar su segunda generación en 1981. Lo hizo poco antes de que se celebrase el Salón Internacional del Automóvil de Fráncfort. Una primera función escolar antes de presentarse en la gran velada del colegio. Su interior no había cambiado nada. Seguía siendo el mismo de cuando era infante. Eso sí, su exterior había vivido un cambio radical. Su carrocería se modificó entera. Un nuevo diseño.
Con seis añitos se asemejaba a un pequeño coche tipo station-wagon con un importante espacio para la carga. De hecho, si abatía los respaldos de sus asientos traseros, su espacio de carga crecía desde los 265 litros hasta los 1.000. Con esta capacidad podía presumir delante del resto de compañeros en el patio a la hora del recreo.
En esta época le encantaban los pequeños cambios con los que se sorprender al mundo y a sí mismo: Coupé, Fox, Diesel. Con once años quiso contribuir a un mundo más limpio. Integró un microcatalizador con un diámetro de pocos centímetros en su sistema de escape para aumentar el control de sus emisiones.
Luego, vinieron la pubertad y la adolescencia, periodo de cambios constantes, de búsqueda de identidad. Fueron varias las transformaciones, las maneras de vestirse, las tribus urbanas a las que quiso pertenecer. Con 15 años, cuando ya empezaba a irle la marcha, incorporó una caja de cambios de cinco marchas en sus versiones más potentes. Como siempre fue precavido. Comenzó a instalarse los primeros airbags para incrementar la seguridad pasiva.
A punto de entrar en la vida adulta, en 1994, decidió que necesitaba una transformación radical. Una tercera generación. Y para dar este paso ante los ojos del mundo que mejor que París. Un aspecto totalmente renovado, con unas líneas de carrocería más suaves y armoniosas. Por primera vez, ofrecía una versión de cinco puertas. Se había convertido en un coche propio de un segmento superior. Sus dimensiones interiores y cotas de confort habían aumentado de forma perceptible. Empezó a agregar nuevos motores: el 1.6 de 75 caballos; el diesel de 1.9 litros de aspiración normal con una potencia de 64 caballos; el 1.7 SDI con una potencia de 60 caballos. Lograba alcanzar una velocidad de 160 kilómetros por horas.
Ya tenía la friolera de 6.233.000 hermanos en la tierra. Era el momento de entrar en una nueva etapa. En 1999 se presentó en el Salón del Automóvil de Fráncfort con una versión mejorada de sí mismo. Un nuevo diseño del frontal y una zona posterior y carrocería totalmente galvanizada. También, maduró en su interior. Un panel de instrumentos con iluminación azul y unos controles que se asemejaban al estilo utilizado por su hermano mayor, el Golf. Y, por supuesto, más seguridad: airbags de conductor y acompañante como equipamiento de serie en todas las versiones.
La última fase de su vida –por el momento– es muy reciente. Hace tan solo cinco años. Al hacerse mayor, su preocupación por la ecología y el consumo aumentó. El Polo V decidió gastar un 20% menos en sus motores de gasolina y un 15% menos en sus mecánicas diesel. Una sabia decisión, propia de un treintañero que ya se acercaba a los cuarenta. Y ahora que cumple esa edad asociada a una importante crisis vital parece que a él no va a afectarle. Aún le quedan muchos años para seguir siendo joven.
El Escarabajo y la furgoneta hippie, los hermanos mayores para coleccionistas
Si hay dos coches que asociamos con Volkswagen, esos son el Escarabajo (Beetle) y el Bulli, la furgoneta hippie por excelencia. Los dos hermanos mayores del Polo no han logrado sobrevivir. Ya no se producen, aunque el primero sí que se fabrica en una nueva versión, The New Beetle. Se han convertido en objetos de coleccionistas.
El Escarabajo fue el primer coche de la compañía. Nació en los años treinta del pasado siglo. Adolf Hitler quería desarrollar un volks wagen (coche del pueblo). El proyecto arrancó en 1938, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó que la actividad industrial de Volkswagen se centrase en el ámbito militar. Finalizada la guerra, se retomó la actividad industrial y comercial. A partir de los años cincuenta el Escarabajo alcanzó una enorme popularidad. Tanto que entre 1945 y 2003 se produjeron 21,5 millones de unidades. El 30 de julio de 2003 salía de la factoría de Puebla (México) el vehículo 21.529.464, el último después de fabricarse durante casi 70 años.
Más reciente, de hace tan solo un año, es la pérdida del Bulli, esa furgoneta en la que todos hemos soñado recorrer el mundo. El progreso y las normas anticontaminación y de seguridad, que exigen que los coches lleven airbags y ABS, acabaron con ella. La última se fabricó en Brasil. Con ella en diciembre de 2013 terminaban 56 años en los que se habían lanzado 3,9 millones de unidades.
En este país latinoamericano se producía desde 1975 la segunda generación de la Bulli. También, conocida como Volkswagen Kombi o Volkswagen T2.
Para celebrar su adiós, la empresa quiso dar una última oportunidad a sus enamorados. Sacó una serie especial denominada Volkswagen Kombi Last Edition. En un principio contaría de 600 unidades. Tal fue la demanda que tuvieron que doblarla hasta llegar a 1.200.