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Columna
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¿Hay una salida racional para Grecia?

Los inversores siguen apostando por un resultado racional a pesar de la ruptura de las conversaciones sobre el rescate griego. El impacto en el mercado es tenue porque la lógica económica y la historia de las negociaciones de la zona euro apuntan a un compromiso de última hora. El peligro radica en que los mercados permitan que la esperanza financiera sobrepase a la realidad política.

El punto muerto entre los ministros de Finanzas del Eurogrupo y los representantes del nuevo gobierno de Grecia parece serio. Las partes ni siquiera se ponen de acuerdo en la forma de avanzar. La zona euro quiere Grecia para extienda el programa económico actual y luego negocie cambios. El nuevo gobierno de Atenas lo ve como una continuidad de las políticas de austeridad.

El impacto en el mercado es tenue porque la lógica y la historia apuntan a un acuerdo de última hora

El compromiso se complica debido a que la oposición a las demandas griegas está unificada. Otros países que han obtenido rescates temen que surjan partidos populistas en su seno si se concede a Grecia un acuerdo demasiado dulce. Por su parte, el gobierno heleno gana popularidad enfrentándose a Europa.

Si no hay acuerdo pronto, el Banco Central Europeo tendrá problemas para justificar un mayor apoyo financiero a los bancos de Grecia, lo que obligaría a Atenas a imponer controles de capital para detener las retiradas masivas de dinero de los bancos y haría que fuera más probable una salida de Grecia de la moneda única.

Sin embargo, los mercados parecen relajados. La rentabilidad de los bonos a tres años de Grecia cayó ayer, al igual que la de otros países fuertemente endeudados como Portugal. La calma puede reflejar el hecho de que el acuerdo sea financieramente lógico. El coste de la salida de Grecia de la zona euro sería alto para sus acreedores. Grecia también sabe que la vida fuera de la zona euro sería más difícil que cualquier condición imaginable exigida por el Eurogrupo.

Incluso si Grecia y la zona euro acuerdan el camino a seguir, todavía tendrán que negociar reformas controvertidas y objetivos fiscales. El juego se producirá en un momento en que la economía local sufre, y posiblemente después de que Grecia haya impuesto controles de capital. Un resultado racional no está de ninguna manera asegurado.

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