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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Grecia choca con la realidad y afloja el pulso

En apenas una semana y media, el nuevo Gobierno de Grecia ha movilizado sus herramientas diplomáticas en Europa, y algunas fuera del continente, para tratar de cambiar las condiciones impuestas a su política económica por los acreedores a los que debe 320.000 millones de euros. En una operación en la que han participado activamente el primer ministro, Alexis Tsipras, y su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, y en la que se han repartido los destinos, han contactado con las capitales claves de Europa con su particular visión de la situación de Grecia y de la zona euro, y la profunda revisión que pretenden impulsar de las relaciones económicas y financieras entre Bruselas y Atenas. La iniciativa arrancaba con revolucionarias aseveraciones tales como que “Grecia no reconoce a la troika para negociar”, o que “Grecia no pedirá la prórroga del rescate”, para forzar una renegociación de todos los términos del mismo. Solo una semana después, los nuevos gobernantes griegos han chocado con la realidad y han testado cuán dura es, hasta el punto de admitir ahora que “necesitamos un plan puente para garantizar la financiación hasta mayo y negociar en tanto la transformación del rescate original”.

Mientras Varufakis desplegaba su sonrisa por las plazas financieras, Tsipras visitaba a Matteo Renzi y a François Hollande, ambos socialistas y ambos con dificultades por incumplimiento de sus compromisos fiscales y reformistas, para forzar una especie de frente común contra la ortodoxia alemana en la cumbre del próximo día 12. Pero la evolución de los acontecimientos financieros ha acelerado las respuestas. Mientras Tsipras solo ha encontrado buenas palabras, el BCE ha leído con claridad la cartilla a la banca helena, a la que ha cerrado la financiación amparada en bonos griegos, que perderían su valor como colateral si Grecia estuviera fuera del paraguas del rescate, y ha advertido que el plan de Atenas de reconvertir los bonos actuales en otros ligados a objetivos de crecimiento o bonos perpetuos va contra los tratados y vulnera la normativa del BCE.

Esta decisión del BCE, junto con el no rotundo de Berlín a las demandas griegas, que pasan en buena parte por romper los avances logrados en la economía helena, han precipitado la petición de un plan puente hasta mayo. Es más sensato que lo planteado hasta ahora. Pero el tiempo debe ser aprovechado para obtener compensaciones de inversión que generen crecimiento en Grecia y devuelvan bienestar a su población, y quizás revisar algunas condiciones del rescate, pero sin generar la sensación de que una minoría, ciertamente fustigada, pueda imponer su criterio a toda la zona euro. Schäuble recordó ayer a Varufakis que “las promesas a costa de terceros no son realistas”, y que, a fin de cuentas, “todos tienen que responder ante su electorado, en todos los países”.

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