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Columna
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La abultada deuda mundial

Hay mucho por desapalancar. Pese a las promesas casi universales de reducir el endeudamiento, la deuda global ha aumentado desde la crisis financiera. Gobiernos, hogares, empresas y bancos deben 53 billones de dólares más de lo que lo debían a finales de 2007, según un nuevo informe del Instituto Global McKinsey.

No es ningún secreto que unos déficits públicos más amplios y unos bajos tipos de interés han dado lugar a un mayor endeudamiento en una economía global débil. Aun así, la tasa de crecimiento es sorprendente. La deuda total era del 286% de la producción mundial a mediados de 2014, 17 puntos porcentuales al alza con respecto a finales de 2007. Durante ese período, los pasivos gubernamentales aumentaron a una tasa anual compuesta del 9,3%, muy por encima del crecimiento económico. La deuda corporativa se incrementó en un 5,9% al año.

El incremento de la deuda aumenta el riesgo de futuras crisis. Aunque los bancos tienen más capital y han dejado de ampliar sus balances, los mercados de bonos y otras formas de préstamos no bancarios han llenado más que de sobra el vacío. Por otra parte, hay pocas posibilidades de que los países vuelvan a la prudencia. Solo cinco economías relativamente pequeñas vieron caer su deuda total como proporción del PIB en los últimos siete años. El lento crecimiento y la caída de la inflación implican que la carga seguirá aumentando.

El lento crecimiento y la caída de la inflación implican que la carga seguirá aumentando

El diagnóstico exige medidas más drásticas de las que se han considerado hasta ahora. La lucha contra el atraso requiere un impago o alguna forma de perdón. Esto puede ser un poco incómodo, como ilustra la batalla del gobierno griego con las autoridades de la zona euro.

Pero cualquier análisis de la deuda también debe tener en cuenta la identidad de los prestamistas –después de todo, la suma de los activos y pasivos mundiales sigue siendo cero–. Gran parte del aumento de la deuda soberana desde 2007 está en manos de los bancos centrales del mismo país. Cancelar los préstamos convirtiéndolos permanentemente en dinero puede ser la única manera de revertir la inflamación.

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