_
_
_
_

Cómo debe reaccionar un CEO cuando su startup se viene abajo

Cuando una startup está al borde del fracaso, no funcionan los viejos clichés sobre liderazgo. Como CEO, deberás tomar medidas drásticas para salvar el negocio.

CEO

Adaptación del texto original publicado por Aj Agrawal en Inc.

La mayoría de manuales sobre liderazgo exponen situaciones ideales. Por ejemplo, un consejo muy habitual es que solo se debe contratar a los mejores profesionales. Y aunque eso tenga sentido, hay ocasiones en que no es posible. Un ejemplo es cuando tu empresa está arrancando y tienes que entregar un producto en dos meses si no quieres perder al cliente. En esta situación, tendrás que salir del apuro y buscar a alguien para que te ayude, no puedes perder tiempo esperando a la persona ideal y permitir que tu startup fracase.

Una fórmula para reestructurar el trabajo es la contratación de profesionales freelance, que pueden ayudar a realiza tareas concretas de forma competitiva y con un coste asumible en un proceso de reestructuración.

Cuando tu startup está flaqueando, llega un momento en que te ves obligado a desechar los ‘típicos’ consejos sobre liderazgo, y hacer de capitán de un barco que se hunde es uno de los retos más aterradores con los que te puedes encontrar, pero también es el más crucial. Tienes que estar dispuesto a exigir al máximo a los demás, a controlar sin descanso, a presionar hasta el límite. ¿Y supondrá todo ello un perjuicio para la cultura empresarial o para tu relación con la gente de tu empresa? Es probable que sí, pero cuando te invade la preocupación de mantener a flote el negocio, no te paras a reflexionar a largo plazo. Lo único que te importa es saber cómo salir adelante mes a mes e ir superando cada nuevo contratiempo. Estas son algunas observaciones que podrían servirte de ayuda cuando tu startup se está viniendo abajo:

Localizar el problema y solucionar el obstáculo

Siempre he creído que un CEO debe ayudar activamente a que sus empleados se formen, y estar dispuesto a poner a prueba nuevas soluciones para seguir mejorando. Sin embargo, en tiempos revueltos uno no se puede permitir el lujo de esperar a que la gente aprenda. Te ves obligado a llevar a cabo acciones de manera inmediata, y resolver el problema antes de que sea demasiado tarde. Ante semejante panorama, lo que deseas es que los miembros de mayor experiencia y talento del equipo se hagan con el control. Y cuando esto ocurre, los miembros menos cualificados tan solo dificultan y entorpecen el trabajo.

Por desgracia, aquí es donde se hace necesario prescindir de esos miembros que te impiden avanzar. Son momentos conflictivos, no puedes contar con el tiempo para sentarse y dar lecciones a alguien. Urgen las soluciones, y rápido. Esto es duro, porque lo normal es que no existiera previamente ningún problema con dicho empleado. Pero como líder, tu obligación es identificar a quien pueda constituir un impedimento y dejarle fuera de la organización. Si no lo haces, probablemente conservarás a un amigo, pero también pondrás en riesgo a toda la empresa.

Tomar una decisión y llevarla a cabo

En cierta ocasión consulté lo que se suponía que era una guía práctica para CEOs y unos de los consejos era tener en cuenta el máximo de opiniones posibles de los miembros del equipo antes de tomar tu propia decisión.

Y esto resulta estupendo cuando las cosas van bien, pero cuando se está viviendo una crisis, esa es la última estrategia que recomiendo. El motivo es que todo ello va a llevarte demasiado tiempo, surgirán diferentes argumentos, especulaciones, sin llegar a nada claro. Como líder, tienes que ser capaz de dar el paso y tomar una decisión, aún cuando el resto piense que te estás equivocando. Si son competentes, los demás miembros del equipo lo aceptarán y se pondrán manos a la obra. ¿Harás que se sientan molestos por no escucharlos? Sí, pero es preferible tomar una decisión y equivocarte a no hacer nada al respecto.

Mostrar tu mejor sonrisa

El CEO es una de las pocas personas de la organización que tiene verdadera consciencia y conoce lo mal que van las cosas. Es quien se encarga de hablar con los inversores, clientes y consejo ejecutivo. Por ello, todo el mundo se fija en su líder para tratar de averiguar cuán dramática llega a ser la situación.

Cuando las cosas empiezan a ir mal, tienes que mentirte a ti mismo y adoptar una sonrisa. Un mal lanzamiento o fallar ante una oportunidad de inversión son ejemplos perfectos. Recuerdo lo mal que solía llevarlo cada vez que perdía una venta. A veces, me refugiaba en mí mismo y me pasaba así todo el día. El resto del equipo podía ver claramente mi estado de ánimo, y esto repercutía en todos, mermando la motivación y afectando a la cultura empresarial.

Si tu startup se encuentra al borde del fracaso, es prioritario convencerte a tí mismo de que puedes afrontar la situación. La confianza en ti mismo generará confianza en los demás. En el momento en que te dés por vencido, toda la empresa se vendrá abajo contigo.

Más información

Archivado En

_
_